Primera entrega: Entrevista al director uruguayo Pablo Stoll (Cine)


Por Maria Elisa Macedo.

El director uruguayo Pablo Stoll, estuvo en Belo Horizonte (Brasil) por dos semanas dictando el taller de dirección en el “Lugar de Cinema”, una escuela de cine. Entre las grabaciones de los cortos del taller – que tuvo más de 15 alumnos inscritos que llegaron de muchas partes de Brasil-, Stoll nos concedió una entrevista, donde habló de su nuevo proyecto y reflexionó acerca del cine hecho en Uruguay y Latinoamérica.

Tu próxima película, El tema del verano, es una comedia que se transforma en thriller y termina con zombies, en cierta forma mezclás tres géneros. Es algo diferente respecto de tu filmografía anterior. ¿Por qué elegiste ese camino para tu próxima película?


Siempre me gustaron las películas de zombies, cuando era niño tenía un amigo que se había comprado un VHS, lo había traído de Miami. Me acuerdo que fuimos a un video club –había uno en Montevideo, era el año 86 u 87- y alquilamos una película prono, una de terror y una de fútbol. La porno no era no porno porque no nos dejaban alquilar una, la de fútbol era muy mala y la de zombies era una italiana hablada en inglés, con efectos muy truchos pero muy impresionantes. Fue una película que me impresionó mucho en su momento. Las vimos todas esa misma tarde y la que más recuerdo es la de zombies. Era bastante impresionante. Dentro de todos los monstruos del cine los que siempre me gustaron  más, fueron los zombies.


La película, El tema del verano, se me ocurrió me fui de vacaciones a Rocha y al lado de mi casa alquilaron 14 muchachos de 20 años. Hacían una vida de zombies dormían todo el día, se despertaban de noche, se emborrachaban muchísimo, volvían súper borrachos caminando por la calle. Empecé a escribir algo sobre ellos, escuchaba sus conversaciones cuando estaban despiertos. Hablaban de que las chicas no les daban bola, de cómo hacer para ganarse chicas. Empecé a pensar qué pasaría si unas chicas verdaderamente lindas les dieran bola y después los robaran, porque en realidad sólo les dan bola para robarlos. Además, cuando miraba a los muchachos veía que estaban zombies, entonces dije, bueno, por qué no uno esta historia con el tema de los zombies que siempre tuve ganas. Así, escribí el tratamiento y lo dejé por ahí.

Luego, cuando fui a postproducir Tres en Chile, en la empresa “Kiné” -una postproductora que se encarga de casi todas las películas chilenas nuevas-, me puse a conversar con Florencia Larrea que trabaja allí. Hablamos de cine latinoamericano y me dijo le encantaban las películas pero estaba cansada de que todas las películas porque son más o menos iguales. Entonces, me preguntó si no tenía una película distinta para hacer. Y le conté que tenía una de zombies, entonces sacó el celular y me mostró un  montón de fotos de ella disfrazada de zombie con sus amigos y me dijo vamos a hacerla y yo me entusiasmé. Terminé Tres con ella –esto fue en el 2011- y un día me llamó para decirme que el fondo chileno cerraba en un mes, y me preguntó si tenía un guion, yo no lo tenía, pero le dije que sí.  Entonces me puse a escribirlo y lo presentamos. No ganamos pero bueno, el guion quedó escrito y nos seguimos presentando en fondos hasta que gané un fondo en Uruguay, el fondo del ICAU que son 120.000 dólares. Ahí empecé a trabajar más en serio la producción con Chile, con mi productora, entraron unos socios brasileros y ahora estamos tratando de producir Chile, Uruguay y Argentina.

Foto: http://ladiaria.com.uy/articulo/2010/4/los-sonidos-del-silencio/

Pero, ¿la línea principal de la trama son los zombies?

Es una película de zombies, empieza como si fuera una comedia veraniega tonta en la que unos chicos conocen a unas chicas, ellas resultan ser unas ladronas entonces ahí viene una parte de thriller. En realidad, lo que está pasando es que hay una invasión outbreak zombie en el mundo pero como es verano y estamos en Uruguay nadie se entera mucho y todo el mundo sigue de vacaciones hasta que los zombies aparecen en la playa.

Es una película de género, un poco comedia, pero no tiene ningún tipo de reflexión sobre nada más, aunque para mí todas las películas de zombies, desde George Romero para acá tienen algo político. Hay una especie de visión política sobre los muertos que vuelven a vivir y sobre cómo los humanos se organizan en contra de ellos y las relaciones intergrupales entre los sobrevivientes, todo eso. Pero no es lo más importante de esta película, lo más importante es que es una película de zombies.

¿Te parece que siempre se da una relación entre las películas de zombies y la comedia?

No, y tampoco me interesan mucho las películas que son autorreferentes en su género. Esta película tiene una parte de comedia, una parte de thriller y una parte de zombies. No es una comedia de zombies, no se hacen chistes de zombies. Es como si nunca hubiera habido una película sobre este tema en la historia del cine, entonces, los personajes están viviendo sus propias historias. Me interesa más esa parte que el chiste autorreferente, porque generalmente en las películas de zombies, sobre todos las baratas hechas entre amigos, siempre tienen como una especie de justificación de los presupuestos magros, entonces se hacen chistes sobre eso. Y la verdad es que me interesa más contar una película de zombies como si nunca nadie hubiera hecho una. Lo cual es una estupidez pero me interesa más ese tipo de películas porque además, son las que me gustaban a mi cuando era chico. No eran autorreferenciales, no eran una parodia a las películas de zombies, sino que eran una película de zombies.

Hay una cosa que siempre me pareció un poco extraña, una especie de división ideal del tipo de cine que la gente puede hacer. Si hacés cine de autor, entonces toda la vida vas a hacer cine de autor, si hacés cine de género toda la vida vas a hacer ese cine. Eso no tiene sentido. Digamos, a mí me gusta João César Monteiro o Godard, pero también me gusta Volver al futuro y Los Cazadores del Arca Perdida. Y si no hubiera sido por Volver al futuro o por Stars Wars, nunca hubiera descubierto a Godard. Entonces, me parece que el cine es uno solo y es bueno o malo, pero no es de género o no de género, o de acá o de allá. Por eso, reivindico mi derecho a hacer las películas que se me canten las ganas hacer y le doy ese derecho a todo el mundo. Cada uno tiene el derecho a hacer la película que quiera. Esa división, vos tenés que hacer tal cosa o vos tenés que hacer tal otra me suena un poco fea y anti-todo.

Es un poco lo que pasa con las películas latinoamericanas en Europa. Es decir, existe un determinado tipo de cine que podemos hacer y otro que no. A nosotros nos pasó bastante por el hecho de hacer películas que se situaban en la clase media y nos decían, y esto por qué. Bueno, porque yo vivo en lugar de clase media, en un departamento, no vivo en una choza en la selva a pesar de ser latinoamericano.

Esto viene de la creación de los cines nacionales. Los que crean el concepto de cines nacionales no fueron los latinoamericanos, ni los africanos, o los asiáticos. Fueron los europeos que necesitaban un lugar donde poner las películas y yo creo que cada uno tiene el derecho de hacer la película que se le canten las ganas, por más que se sientan amenazados…bueno. Es verdad que ellos siguen teniendo el sartén por el mango lo cual es bastante enojoso.

¿Qué te pareció la co-producción con Chile? 

Chile tiene unas leyes de cine bastante abiertas a través de las cuales se puede conseguir dinero para filmar fuera de Chile mientras haya un talento chileno. Lo cual me parece que está bueno y es algo que Uruguay no tiene, Argentina sí tiene, Brasil también… No sé, nunca coproduje con Chile hasta ahora, entonces es un nuevo horizonte. Hiroshima es una coproducción con Colombia que también tiene unas leyes de cine bastante abiertas.


Son países que tienen mucha plata y tienen un sentido bastante industrial del asunto, pero no limitado a lo que le parece que son las películas industriales. Entonces abren la cancha, eso está bueno.

¿Te parece que es importante tener una marca de autor en tu filmografía?

No, o sea, hay una frase de Oscar Wilde que decía “lo importante no es tener un estilo sino tener estilo” y hay una forma de mirar o de relacionarse con el cine que cada uno de los que hacemos cine tenemos y es distinta. Está bueno pensarlo desde el lugar de cada uno pero eso no tiene que ver con los géneros ni con el hecho de que la película sea difícil entonces el director es más autor. Lo importante es hacer películas que estén buenas y que no sean deshonestas con el espectador ni con uno mismo. Ser un buen director es difícil. Yo doy estos cursos pero en realidad acá aprendo, y me sirve para pensar y repensar el cine y las cosas que me interesan. No me puedo considerar un autor porque no sé qué hago. Sé que tengo una cierta forma de mirar.

Bueno, me refería a eso, a si existe una marca estética o una construcción narrativa.

Sí, tal vez más por el lado narrativo que estético. Lo que me interesa por lo general es contar las cosas de determinada manera. Pero no todas las historias que quiero contar aceptan  la misma manera de ser contadas. Tengo un interés por la forma y por el lenguaje. No es un tema de la estética en el sentido de lo que se ve dentro del cuadro, eso varía, sino la forma en la que los cuadros se relacionan o la forma en la que los personajes actúan, va más por ese lado.

Las películas que más me gustan son las que me hubiera gustado dirigir a mí, o las que nunca se me hubiera ocurrido hacer en la vida. Todo me interesa, pero la forma que yo tengo de ver el cine tiene más que ver con eso, con la búsqueda de la forma adecuada para la historia que estoy contando. Para mí es importante no olvidarme de la forma y defenderla frente a las cosas del mundo del cine. Por ejemplo, Hiroshima es una película muy formal, juega mucho con la forma. A mí me parecía que era la manera adecuada de contar la historia de mi hermano. No me interesaba hacer un documental de cámara digital sobre mi hermano. Pensaba hacer una ficción, trabajar con él y jugar con eso de que no habla y usar cosas de género, como cine mudo, no sé pavadas.

¿Te parece que en tus tres películas, 25 Watts, Whisky y Tres, tenés marcas tuyas, muy propias que van a estar presentes en tu próximo film, El tema del verano?

Siempre, tanto con Juan, como ahora, cuando empezamos una película –bueno en 25 Watts no sabíamos nada, en realidad en Whisky tampoco, siempre era como empezar de vuelta y aprender todo de nuevo. O sea, decidir cómo voy a filmar una película, cómo voy a hacer una historia, siempre es algo distinto. Supongo que hay cosas mías, yo qué sé. Temáticamente o en los personajes, en 25 Watts personajes se parecían a nosotros, en Whisky había cierto reflejo de nuestros abuelos y tal vez cierto temor a nuestra vejez, en Tres hay una cosa que tiene que ver con mi familia y con el divorcio y el hijo de padres divorciados que piensa que sus padres pueden volver a estar junto y qué pasaría con esas cosas.

Entonces, sí, hay cosas mías pero no las busco son cosas que pasan y llegan. Ahora estoy trabajando en muchos guiones al mismo tiempo y a veces encuentro cosas que tienen que ver conmigo. No siempre, pero a veces sí y son guiones que no tienen nada que ver entre sí.

¿Cómo fue la recepción de Hiroshima y Tres por parte del público uruguayo?

Hiroshima se pasó sólo en una sala, en un horario, en el fin de semana y durante un mes. Entonces la vieron sólo 5000 personas, muy poca gente. Quería que fuera así, que no buscara imponerse a otras películas y que nadie fuera equivocado pensando que era una película común y corriente. Y fue raro porque la crítica estuvo bastante dividida. A mucha gente le molestó que hiciera lo que quisiera, todos estaban esperando a ver quién hacía las películas, si Juan o yo.

¿Te presionaba esto?

No me presionaba pero me parecía una cosa morbosa horrible, lo notaba, no era algo a lo que fuera ajeno. Y yo hice la película que quería hacer y no me importó nada. Algún crítico dijo que obviamente Juan hacía las películas y esas cosas. Pero más allá de eso, a la película fue bastante bien. A mí me gusta mucho. Se vio poco, se pasó poco, es una difícil de conseguir y hay gente que la quiere ver. Es una película de culto, me gusta eso. Sé que a mi hermano, a mis amigos y a gente relacionada con eso les gustó, entonces estaba cumplido el objetivo.

Después Tres que fue una película más parecida a Whisky y tenía la presencia de Juan porque la habíamos empezado juntos, ya se vio un poco más normal pero igual se volvió a lo mismo. ¿Quién hacía las películas? La crítica estuvo divida, a algunos les gustó a otros no. Fue bastante menos público del que yo esperaba. Fue bastante mal tratada por las salas, la pasaron poco tiempo, estuvo un mes y poco en cartel. Podría haber sido más grande todo y le podría haber ido mejor….pero….