Revista Lucarna

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En la arena, el pasto... o el asiento del colectivo

Usted Está Aquí, de Natalia Chami y Romina Bulacio Sak

Entrevista a las creadoras de esta impredecible experiencia teatral

Lunas Cautivas – Historias de poetas presas, de Marcia Paradiso

Documental sobre tres mujeres, tres historias y un penal

Circo Fokus Bokus, del Grupo Kukla (Teatro)


Por Másako Itoh.

Por escapar de una gran lluvia, cuatro personajes que huyen en un vehículo imaginario llegan a la puerta de un circo. Entran y reparan en que no hay clowns para comenzar la función y, al ser confundidos por artistas, se ven obligados a hacerse cargo del espectáculo. Así, entre bailarinas contorsionistas, un domador de leones, un malabarista chino y tres gatos zanquitas que tocan rock and roll se sucederán los cuadros, en este circo de la imaginación.

Lo que maravilla -tanto a grandes como a chicos- de la pieza dirigida por Antoaneta Madjarova es que incorpora una antigua técnica escénica: la caja negra, desarrollada primero en China y luego por el cineasta francés Georges Méliès a principios del siglo XX y, hace algo más de medio siglo, retomada por el Teatro negro de Praga. 


El atractivo de esta forma de representación teatral, llamada “Teatro Negro”, se basa en un secreto simple pero mágico: la oscuridad misma. Consiste en un tipo de representación escénica donde los actores están vestidos con trajes negros, incluyendo guantes y máscaras, las cuales sólo tienen aberturas para los ojos. 

Para el espectador, estas "personas negras" son figuras invisibles, pero facilitan prácticamente todo el movimiento mágico en el escenario. De esta manera, los actores mueven objetos pintados con pintura fluorescente para simular que flotan en el aire, saltan o vuelan, siendo capaces de generar imágenes de gran impacto que, en ocasiones, son cercanas a la poesía visual y surrealista de las pinturas de Magritte.


Los clowns se comunican con sus espectadores a través de colores brillantes, los gestos y la música. En este último punto, la selección es ecléctica e incluye jazz, rock and roll, percusión africana, música clásica y electrónica. Por consiguiente, se trata de un género teatral que maneja un código universal, comprendido por los públicos de todas las edades.  

Circo Fokus Bokus es una oportunidad para dejarse envolver por la magia de la oscuridad. Una magia poderosa, enriquecida con el diseño de títeres y objetos, más el aporte del láser y un moderno diseño de iluminación. 

Sin la espectacularidad de algunas producciones infantiles que arriban a calle corrientes con su frenético abanico de estímulos audiovisuales, la obra ofrece un agudo sentido por el disfrute de lo extraordinario. Una posibilidad para educar e inculcar a los niños en el placer por el asombro.

Reconocida por los premios ACE, Teatro del Mundo y ATINA, Circo Fokus Bokus se presenta los sábados 16:30 hasta el 25 de noviembre, en el Centro Cultural de la Cooperación. La platea está a $200 y el pullman a $170(menores de 2 años no abonan).


Ficha técnico artística
Actúan: Federico Coppola, Manuela de la Serna, Daniela Ocampos, Cintia Santa Cruz.
Voz en Off: Fabio Aste, Antoaneta Madjarova.
Vestuario: Alejandro Bologna, Sara Bologna.
Diseño de vestuario: Leandro Lucanera, Giselle Rodriguez Bosio.
Diseño de escenografía: Lorena de la Fuente, Leandro Lucanera, Giselle Rodriguez Bosio.
Diseño de títeres: Lorena de la Fuente, Leandro Lucanera, Giselle Rodriguez Bosio.
Diseño de luces: Matias Noval.
Realización de vestuario: Alejandro Bologna, Sara Bologna.
Realización de títeres: Leandro Lucanera, Giselle Rodriguez Bosio.
Edición musical: Sergio Blostein.
Musicalización: Nicolay Gospodinov, Antoaneta Madjarova.
Fotografía: Bacatafotografía, Lorena Taranto.
Asistencia general: Malena Vázquez.
Asistencia de dirección: Karina Gozzi.
Producción general: Grupo Kukla.
Puesta en escena: Antoaneta Madjarova.
Dirección: Antoaneta Madjarova.

La casa esconde, creación colectiva (Teatro)

Por Patricia Signorelli.

Hay una estrecha relación entre la magia y el teatro. Una relación que no se basa en lo inexplicable y maravilloso de los hechos, sino en la manera en que una obra logra que el espectador sea tocado por la lógica de un mundo “otro”, no real, pero sí verdadero. En La casa esconde la magia se activa con el trabajo de los actores, quienes interpretan distintos personajes. Las pequeñas variaciones -como el cambio de una prenda de vestuario- son el pasaje, el dispositivo escénico mediante el cual la acción se desplaza a diferentes espacios y momentos.

Tres hermanos acaban de perder a su padre y heredan una vieja casa (o eso creen). El afán por disponer del inmueble deja al descubierto no sólo las relaciones vinculares entre ellos, sino también sus vidas y las maneras en las que conformaron sus propias familias.

La obra transcurre en una casa semi desmontada. Un número reducido de espectadores se sienta, luego de sortear algunas cajas apiladas, alrededor de la escena. Sin embargo, la contundencia de la acción es tan efectiva que la obra podría prescindir de cualquier objeto o elemento escenográfico.

El artificio construye un relato de fragmentos. Un montaje de escenas que se articulan y adquieren sentido a medida que la obra avanza y los personajes cambian. El material dialoga con el género policial y apela a la mirada atenta de un espectador activo.  

La casa esconde es una obra que va más allá de lo espectacular y propone un teatro basado en el actor: un actor creador. La propuesta es sumamente interesante y combina un gran trabajo de dirección y un muy buen trabajo actoral.

Cuándo: Domingos 19:00.
Dónde: El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960).

Ficha técnico artística
Texto: Santiago Fondevila, Luis Gritti, Julieta Halac, Miguel Israilevich, Carla Pandolfi.
Actúan: Santiago Fondevila, Luis Gritti, Julieta Halac, María Milessi.
Diseño de vestuario: Isabel Gual.
Diseño de escenografía: Isabel Gual.
Diseño de luces: Sandra Grossi.
Diseño gráfico: Miguel Israilevich.
Asistencia de dirección: Diego Torben.
Prensa: Mariana S. Lopez.
Producción: Julieta Halac.
Dirección: Miguel Israilevich.

La fábula de Basilisa, la luz y el fuego, de Eleonora Dafcik (Teatro)



Por Másako Itoh.

Con un bello texto escrito por el maestro titiritero Rafael Curci, ganador del 2° Premio Municipal de Autores en 1999 (en su momento montado para teatro de sombras), esta nueva puesta dirigida por Eleonora Dafcik incluye, además, un delicado diseño de luces y trabajo con sombras que acompañan la poesía del texto. Acompañamiento que no resulta literal o redundante, sino que genera imágenes, sombras o luces que apelan a formas más simbólicas o elusivas, multiplicando de esta manera la potencia textual a su máxima expresión. 

La fábula de Basilisa, la luz y el fuego es la historia de una niña que vive con su abuela en una modesta casita de madera a orillas del lago Baikal. Es otoño y la naturaleza parece confabulada en avisarle que el frío y la nieve están a la vuelta de la esquina. Su abuela enferma le encomienda ir al bosque en busca de la luz y el fuego para calentar el hogar, con la única compañía de una muñeca mágica y de cara al peligro inminente de una temible bruja Baba-Yaga. 

Esos son los elementos del cuento de hadas. En cuanto a sus hacedores, La fábula de Basilisa, la luz y el fuego, está interpretada por los talentosos artistas titiriteros Paula Cueto (Basilisa), Florencia Orce (Abuela/Baba-Yaga), Marcelo Lizarraga (Ivanov/Laika/Malevic) y Eleonora Dafcik (Sonia), quien a su vez es la directora general de la pieza. 

La técnica empleada para abordar la obra es la de títeres de mesa de manipulación directa, también llamada Bunraku. El Bunraku es un tipo de manipulación originario de Japón, que consiste en manejar el objeto desde atrás –a la vista del público y, generalmente, con vestimenta neutra- compartiendo el mismo espacio con el títere, uno como extensión del otro, mezclando el plano de la realidad y el de la ficción.

A lo anterior se suma la música original de Cristian Añón y la misteriosa voz de Basilisa. Elementos todos que contribuyen a dar cuerpo y verosimilitud a este pequeño mundo, siempre en la penumbra, en permanente ir y venir entre el temor y respeto de la pequeña protagonista a las fuerzas naturales, y que -justamente- consiste en su rasgo más interesante. Porque en esta fábula, tanto la nieve persistente, como la luz, tenue y frágil, y hasta el fuego -además del oso, el búho y el cuerpo- son personajes velados, pero determinantes a la hora de contribuir a la transformación de Basilisa. 

Y en esto radica la singularidad del personaje, que a pesar de su recelo por el mundo exterior y por la vida (“no me gusta la nieve, es triste. Triste como la vida”, suele repetir) no deja de encontrar su forma de luchar, tal vez de una manera más intuitiva y sumisa, pero siempre contemplativa sobre las fuerzas de la naturaleza, su vínculo con los restantes seres vivos y hasta con su sentido de la belleza.  

¿Cuándo? Los sábados a las 17hs. 
¿Dónde? Centro Cultural Raíces (Agrelo 3045, entre La Rioja y Urquiza)
Entrada a la gorra.

Ficha técnico-artística
Intérpretes titiriteros: Paula Cueto (Basilia), Florencia Orce (Abuela/ Baba-Yaga), Marcelo Lizarraga (Ivanov/ Laika/ Malevic) y Eleonora Dafcik (Sonia).
Sombras: Paula Cueto, Alma Curci, Eleonora Dafcik, Kati Raggi.
Diseño de escenografía: Víctor Chacón, Paula Cueto, Renata Montalbano.
Diseño de títeres: Alejandra Farley, Kati Raggi.
Diseño de luces: Víctor Chacón.
Realización de escenográfica: Víctor Chacón, Paula Cueto, Renata Montalbano.
Realización de títeres: Alejandra Farley, Kati Raggi.
Música original: Cristian Añon.
Fotografía: Alma Curci.
Diseño gráfico: Alma Curci.
Asistencia de dirección: Alma Curci.
Management: Florencia Orce.
Dirección general: Eleonora Dafcik.

Más sobre el Centro Cultural Raíces:
A la gorra. Segundo Ciclo Raíces para niños

La intemperie de las cosas, de Belén Coluccio y Andi García Strauss (Teatro)




Por Patricia Signorelli.

La intemperie de las cosas es un oxímoron en el que se manifiestala exposición y el descubierto del encierro que supone la casa, la pareja o las formas de organizar y contener una vida. Es un postulado filosófico sobre la imposibilidad de estar a salvo, ya que cuando construimos los lugares para protegernos también construimos sus inclemencias y variaciones. 

La obra aborda lo imposible, se detiene en el umbral del afuera y del adentro, y anida en la intemperie de la incertidumbre.  La acción repetida de abrir o cerrar la puerta es la certeza de que no podemos huir ¿de lo que nos transforma? ¿Nos duele? ¿Nos determina?

El material se inicia con dos personajes que ingresan desde el exterior en una danza que es también una pelea, una lucha que se aplaca para habitar un espacio que se vuelve hostil. La tensión es consecuente y constitutiva de cada elemento de la obra. 

El registro actoral es principalmente físico. Sin embargo, se opone a la materialidad concreta del cuerpo la generalidad y universalidad de los personajes que se niegan a ser personajes para volverse incertidumbre: ¿son personas? ¿Seres bípedos sin plumas? ¿Humanos?  No, humanos no, porque no hay espacio para lo particular ni lo cotidiano. Lo cotidiano está extrañado, desautomatizado. Sólo hacia al final, cuando el afuera vuelve a ingresar y habita torpe y desbordado el adentro, aparece lo humano.  

La composición espacial es casi cinematográfica. El interior de una casa de dos plantas invita al espectador a observar sus recovecos habitados a través de las luces que se encienden, la música que sale del baño, los electrodomésticos que suenan. A medida que los seres se deshumanizan, la casa se vuelve más vital y sus ruidos son sonidos superpuestos a las voces inaudibles. 

La obra pareciera construirse desde la negación, una negación que, por momentos, nos expulsa.  Nos coloca al borde del juego mental, nos aparta de lo que está frente a nuestros ojos para perdernos en las reflexiones que implícita o explícitamente atraviesan el material. Nos volvemos humanos cuando nos enfrentamos a la intemperie de un estado natural, nos volvemos cosas cuando nos enfrentamos a la intemperie de las cosas... nos adaptamos... ¿Y el teatro? Será que es el espacio del fingimiento o, por el contrario, el lugar de la verdad. 

El espectador, de a ratos, se pierde en las reflexiones de las preguntas sin respuesta ni salida que se vuelven frascos de vidrio (como los que se guardan en la repisa de la casa). Un aislamiento difícil de superar por la trasparencia del cristal.

La intemperie de las cosas puede verse en el teatro de El perro (Bonpland al 800) el domingo 26 de noviembre a las 20:30.

Ficha técnico artística
Autoría: Belén Coluccio, Andi García Strauss.
Intérpretes: Belén Coluccio, Andi García Strauss.
Vestuario: Endi Ruiz.
Iluminación: David Seiras.
Realización de vestuario: Emiliana De Cristofaro.
Grabación De Sonido: Pablo Berardi.
Sonido: Andi García Strauss.
Operación de luces: Laura Saban.
Operación de sonido: Tatiana Frean.
Fotografía: Kenny Lemes.
Diseño gráfico: Leandro Ibarra.
Asesoramiento dramatúrgico: Eric Barenboim. 
Asistencia general: Anahí Villar.
Colaboración artística: Carolina Angriman.
Dirección: Belén Coluccio, Andi García Strauss, Matías Miranda.


Remar, de Mariano Saba (Teatro)


Por Celina Ballón.

“La leyenda troyana no es otra cosa que la glorificación poética de sus correrías de ladrones y piratas”. A Hauser no le falta razón y, sin embargo, en esta versión teatral de La Odisea no hay ningún reino para atacar, apenas se trata de sobrevivir. Los marineros de este bote son plebeyos a los que sólo les queda una cosa para perder: El gallo fiambre, el club de remo que los ha hecho lo que son. Todo se definirá en una regata clandestina contra los Canottieri Italiani, los siniestros usurpadores. La lucha es desigual, el clima tormentoso y, para colmo, un deshilachado Poseidón de agua dulce los confunde los cegadores de su hijo Polifemo. Demasiado infortunio para dos pobres diablos perdidos en el laberinto del Delta.

Aquí no hay Calipsos ni Nausícaas. Tampoco Ateneas redentoras (los personajes de Saba, decididamente, tienen mala suerte). El tercer personaje es Anuk el esquimal, que está tan desorientado como los demás, pero que -a pesar de eso- posee un buen humor a prueba de truenos y relámpagos -y una sorprendente capacidad para aprender idiomas-. Convertido en improvisado capitán de la embarcación, Anuk aprovecha la ocasión para volver a casa. Y allí, en algún lugar del Ártico, al fin los tres se encuentran con un barco con todas las de la ley. Sólo que no es la nave que esperaban.

Remar es una pieza que reflexiona acerca de lo fácil que resulta perder el rumbo, y de lo difícil que es detenerse aun cuando no se sabe adónde se va. Sin brújula ni punto de referencia que sirva, no queda más que saltar por la borda o seguir remando. En medio de la confusión, algo está claro: el que maneja el timón es un gil que no sabe nada.

Dónde: Sportivo Teatral. Thames 1426
Cuándo: Domingo a las 20:00. 
Cuánto: $ 200 y $ 150.

Ficha técnico artística
Dramaturgia:  Mariano Saba.
Actúan: Mariano Gonzalez, Hernán Melazzi, Gustavo Sacconi.
Vestuario: Paola Delgado.
Escenografía: Paola Delgado.
Máscaras: Gustavo Garabito.
Diseño de luces: Ricardo Sica.
Diseño gráfico: Andrés Kyle.
Entrenamiento corporal: Laura Vago.
Asesoramiento De Movimiento: Laura Vago.
Asistencia de dirección: Mariela Selicki.
Dirección: Mariano Saba.

Las negras, de Christian Inglize (Teatro)



Por Celina Ballón.

“Un espantoso crimen fue cometido el jueves por la noche en un barrio de Le Mans habitado por la clase acomodada. Dos sirvientas, dos hermanas, mataron a sus patronas en circunstancias tan abominables que la pluma del periodista casi debería renunciar a describirlas”. 

El periodista de La Sarthe du soir no carece de escrúpulos: sabe que el caso que tiene entre manos es una mina inagotable de morbo. Aun así, conoce las reglas de su oficio y por eso la edición del 3 de febrero de 1933 contiene una minuciosa descripción de las mutilaciones sufridas por las víctimas. La reacción social ante el crimen fue inmediata y el mismo periódico da cuenta de ella: “Veinticuatro horas han pasado desde que se descubrió el drama de la calle La Bruyère, un día durante el cual la lamentable noticia es divulgada de boca en boca, sembrando en todas partes el estupor y, al mismo tiempo, la indignación”.

Como suele pasar con los crímenes que se convierten en casos célebres, el doble asesinato tuvo un enorme impacto en la opinión pública, y algunos de los frutos del escándalo se conservan hasta hoy. Al calor de la polémica, Jacques Lacan apura el paso y en ese mismo año publica “Motivos de un crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin”. Jean Genet espera un poco más, y en 1947 estrena una obra que llega a ser un clásico del teatro del siglo XX.

“Voy al teatro para verme, en la escena, como no sabría –o no osaría– verme o soñarme”. El sueño de Genet es siempre pesadilla, y por eso sus criaturas alucinadas no son tan distintas al resto de los mortales. En palabras del autor: “son monstruos, como nosotros mismos cuando soñamos”.

La versión de Las criadas de Christian Inglize tiene como principal referente la estética de Copi. El trabajo actoral del mismo Inglize –a cargo del rol de La señora– es sin duda responsable de ello. El director asume el desafío de componer a una mujer ridícula sin caer en el trazo grueso y lo logra muy bien (de hecho, su personaje recuerda a la actual Noemí Alan y el tapado de piel ochentoso termina de redondear la imagen).

Genet concebía la estructura de su pieza como el ensamble de partes muy diversas actuadas de manera muy diferente. La versión de Inglize alterna dos estilos bien definidos. La presencia de La Señora en escena es lo que establece el corte. Cuando las hermanas están solas, el estilo y el tono son realistas, de una violencia muy subrayada. Poco queda aquí del anhelo de contención actoral expresado por el autor: “Las actrices retendrán sus gestos, cada uno de ellos estará como suspendido o quebrado”.

La presencia de Inglize en Las negras impone una atmósfera grotesca y delirante que, como dijimos, coquetea con la estética de Copi (en particular, con la voluntad de ironizar ferozmente acerca de lo más abyecto). Es una pena que esta versión no ahonde en este registro, porque se intuye que un trabajo sobre esta línea hubiera dado resultados interesantes. La alternancia entre el drama truculento y el delirio moderado no logra establecer una armonía, y el resultado es una obra indecisa, que nos deja con ganas de más.

Dónde: Noavestruz Espacio de Cultura. Humboldt 1857.
Cuándo: Lunes 21:00.
Cuánto: $180 / $150.

Ficha técnico-artística
Dramaturgia: Christian Inglize.
Actúan: María De Pablo, Christian Inglize, Lía Viñao.
Diseño de luces: Ricardo Sica.
Diseño gráfico: Constanza Fernández Ochoa.
Asistencia de dirección: Lailén Alvarez.
Prensa: Kazeta Prensa.
Producción ejecutiva: Mariana Zarnicki.

Dirección: Christian Inglize.

Los Titirifeos presentan Titiri-risas y el saxo mágico (Entrevista)




Por Másako Itoh.

Una tal Bruja Mirta quiere eliminar del planeta a la música alegre. ¿Podrán Gonzalo, Jazmín y un curioso saxofonista detener su maléfico plan? Sin dudas, porque un muy singular superhéroe es el encargado de detenerla a través de la melodía de un saxofón, el humor y, por supuesto, una gran imaginación.

Con su nuevo espectáculo Titiri-risas y el saxo mágico, el dúo de Titirifeos formado por Emiliano Vega (actor, titiritero) y Emiliano Puñales (saxofonista, actor, titiritero) se presentará el 11 de noviembre a las 16:00, en el Teatro Metropolitan Sura.

Una larga trayectoria

Los Titirifeos se conocieron, hace más de diez años, en una sala de ensayo en Floresta, donde uno grababa con el saxo melodías para una banda y el otro grababa radioteatros para un programa. Ninguno de los dos pensaba por aquel entonces dedicarse a los títeres, pero las vueltas del destino, la pasión y una determinación férrea los llevó a apostar 100 por ciento por el teatro callejero y los títeres. “Al principio la jipiábamos un poco hasta que decidimos tomarlo profesionalmente. La gente empezó a ir a vernos y llevar a su familia para pasar el domingo en Plaza Francia, eso nos paró diferente.”, cuentan los Titirifeos en diálogo con Lucarna.

Así comenzaron hace más de una década montando espectáculos al aire libre, además de recorrer jardines y escuelas de todo el país con una propuesta donde el humor, en diálogo con el público y la música, juega un rol esencial.

Pero no sólo eso, el grupo que combina títeres y música, supo muy bien aggiornarse a los tiempos modernos, armando jocosas rutinas de stand up –siempre en plan familiar- para su títere estrella, Gonzalito.

Los invitamos a conocerlos más de cerca en la entrevista que sigue.

Revista Lucarna: ¿Cómo fue la creación de Gonzalito?
Emiliano Vega: Fue creado para la calle, es un títere Rasta artista callejero. Al principio era un personaje más, con el tiempo se ganó el primer lugar en la compañía. Fuimos haciéndolo crecer a través de improvisaciones y texto armado en Plaza Francia; cientos de cosas fueron apareciendo y le dieron vida y personalidad a nuestro personaje más entrañable.

El de ahora es el quinto Gonzalito, porque se van deteriorando y hay que renovar. Él está feliz con su cara nueva. La confección nace de una plancha de goma espuma con la que se hacen cara y manos; los ojos los hacemos particularmente para cada títere, todos tienen una mirada especial, que es lo que más vida les da. Todo a mano, con tijeras, telas, pinceles, pintura y mucha paciencia.

Cada personaje lleva alrededor de tres o cuatro días de armado para que quede perfecto.

RL: ¿Cuándo y cómo se les ocurrió unir música, stand up comedy y títeres para un espectáculo infantil?
Emiliano Puñales: La mezcla es lo que nos hace únicos. Hay cientos de shows en los que los chicos la pasan genial, pero los grandes se aburren, miran el reloj a ver cuándo se termina el embole que se están comiendo.

Nosotros hacemos todo lo contrario. Queremos que el adulto se ría tanto como el niño, y encontramos la fórmula con humor sano, títeres y música.

Descubrimos que la mirada de ilusión de un adulto es mucho más fuerte que la de un niño, porque los más chicos siempre la tienen, lo grandes no.

RL: ¿Por qué se decidieron por hacer teatro callejero?

EV: Surgió en 2001. El país estaba pasando por un momento durísimo y la necesidad de tener un billete más en el bolsillo nos generó mentalmente la posibilidad de ir a una plaza a pasar la gorra después del show.


Todo se dio muy bien para nosotros y acá estamos, dedicándonos 100 por ciento a este proyecto independiente.

Es justamente esa amplia experiencia en el teatro callejero, sumada a la impronta del teatro títeres, lo que les permite manejar a la perfección el timing de las situaciones de ida y vuelta que se plantean con el público, dosificando las intervenciones musicales del saxofón. Por cierto, un instrumento musical cuya escucha tal vez no sea tan habitual para los chicos, pero que cautiva a todos los sin distinciones de ninguna índole.


Sin dudas, una gran oportunidad para ver algo diferente.