Revista Lucarna

Una Mirada sobre las artes emergentes

Poesía + Fotos para todos los gustos

Se pueden leer, pero también mirar

Libros para leer en otoño

En la arena, el pasto... o el asiento del colectivo

Usted Está Aquí, de Natalia Chami y Romina Bulacio Sak

Entrevista a las creadoras de esta impredecible experiencia teatral

Lunas Cautivas – Historias de poetas presas, de Marcia Paradiso

Documental sobre tres mujeres, tres historias y un penal

Vida de club, de Ricardo González Aguirre (Literatura-Entrevista)


Con una prosa llana y precisa, Ricardo González Aguirre nos trae en su primer libro de cuentos una colección de relatos que, como dice Claudia Piñeiro, “espían a través de las fisuras de un ámbito que parece seguro y descontracturado”, pero que “a poco de andar, aparecen agazapadas las paranoias, venganzas, culpas, traiciones, fantasías y obsesiones de los personajes de estas historias”.  

Sobre el proceso de puesta a punto de Vida de club, sus rutinas de escritura y próximos proyectos nos habla el autor en esta charla que tuvo con Lucarna.

Revista Lucarna: Más allá del imaginario de ‘club’ que en el libro es amplio y variado, ¿sentís que hay otro elemento unificador?
Ricardo González Aguirre: Sí, creo que las historias están unidas por una especie de crueldad, que a veces se manifiesta como una venganza, a veces como  una obsesión y a veces como una ambición desmedida.
RL: ¿Cómo se armó el libro? ¿El criterio fue previo a la escritura o una decisión posterior?
RGA: Fue una decisión a mitad de camino, cuando caí en la cuenta que muchos de mis personajes estaban cruzados por una vida de club. También lo terminó de definir el proyecto de La parte maldita de editar un libro temático.
RL: ¿Cuál sentís que es ‘tu fuerte’ como escritor de relatos?
RGA: Intento que la historia que está debajo de la historia que se cuenta, el verdadero conflicto, sea descubierto paulatinamente por el lector. Trabajo mucho en eso, y no sé si será mi fuerte, pero me gustaría que lo fuera.

RL: Hiciste y hacés taller con escritoras muy reconocidas, ¿qué sentís que te aporta esa experiencia?
RGA: Liliana Heker, me abrió la puerta al amor por la escritura, a los grandes cuentistas, en definitiva me enseño a escribir cuentos, su ojo es riguroso pero a la vez conmovedor. Claudia Piñeiro, es muy creativa y a pesar de que es reconocida por sus éxitos como novelista, es una gran cuentista y una maestra generosa. Inés Garland, es una obsesiva del detalle, me enseña a generar mini climas dentro del conflicto del cuento. Me presentó a Claire Keegan y a John Mc Gahert, otros dos maestros de los cuales hay mucho para aprender.
RL: ¿Tenés algún tipo de rutina a la hora de ponerte a escribir?
RGA: La verdad es que soy la antirutina, a veces escribo a mano en un papel sin renglones, a veces en un teclado y a veces hablo frente al micrófono del celular. Me gusta la mañana para escribir, pero no es una norma, estando en modo escritor, cualquier momento es bienvenido.

RL: ¿Cuál es lector ideal de este libro de cuentos?
RGA: El libro no está pensado para un tipo determinado de lector, pero creo que los que han vivido una vida de club se van a sentir identificados con algunas situaciones.

RL: ¿Cómo te acercaste a la producción literaria?
RGA: Siempre estuve ligado a la literatura. Desde chico, mi viejo me introdujo a los clásicos. Me gustaba mucho escribir, me conectaba con mi mundo interior. Fui letrista de una banda de música, escribí obras de teatro, siempre llevé diarios y escribía poesía, pero más tarde el mundo laboral me mantuvo ocupado mucho tiempo y paulatinamente me fui alejando de la escritura. Fue después de los cuarenta cuando sentí una necesidad de volver a escribir, de volver a conectar con mi costado creativo, poner en palabras mi manera de ver y entender el mundo. Liliana Heker me aceptó en su taller de escritura y a partir de ahí me convertí en un adicto.

RL: Estás escribiendo un segundo libro -Familia de bien- ¿podés adelantarnos algo?
RGA: Es un libro de cuentos con personajes de una familia ni peor ni mejor que otras, que se van cruzando en los distintos relatos. El primer cuento presenta a todos los personajes que después van a interactuar a lo largo del libro. Me gusta el desafío, ya que si bien son once cuentos que se pueden leer individualmente, también le permite al lector entender el libro como una unidad narrativa.
   
Agradecemos a la agencia de comunicación Kiako-Anich por su colaboración en esta nota.
Detalle del libro:
Título: Vida de club.
Editorial: La parte maldita, 2016.
Páginas: 98.
ISBN 978-987-3897-06-1.


Donde terminan los rieles, de Tato Cayón (Teatro)


Por Victoria Cestau.

Es inevitable no citar a Marx cuando uno va al teatro y se encuentra con una obra que muestra una realidad social compleja y dura. “No es la conciencia del hombre la que determina su ser social, sino el ser social lo que determina su conciencia”. La posición de los sujetos en la estructura económica es lo que determina su conciencia, cuando las necesidades básicas no están satisfechas es difícil poder realizarse dignamente como ser humano y pensarse más allá del minuto que viene. 

Donde terminan los rieles es una obra de Tato Cayón que se realiza todos los sábados en el Centro Cultural El Deseo y nos muestra cómo un grupo de actores extraordinarios puede sumergirnos en ese paradigma.

Un baño vuelto habitación, sus cerámicas sucias y escritas nos recuerdan todo el tiempo la tensión y la angustia que los personajes transitan. Un sofá roto, dos sillas, una mesada vieja y después todo el dolor, la violencia y la injusticia que sacude cada escena. Las actuaciones develan un profundo trabajo de investigación y seriedad ética por parte del grupo. No es tarea fácil para nosotros, la clase media, poder evocar y dar vida a lo que realmente atraviesan los sectores más marginados y discriminados de la sociedad y después desde un gesto burgués inevitable, volverlo arte. Los actores demuestran un compromiso humano y técnico admirable, lejos del cliché y los estereotipos, cada personaje nos trae una historia cotidiana donde nos podemos identificar y empatizar. 

El elenco trabaja de forma polifónica cada conflicto: la paternidad, la maternidad, la juventud, la discapacidad, la sexualidad, el poder, la libertad, la amistad, el amor y el dolor entre muchos otros temas y sentimientos que van apareciendo a medida que los vínculos y las situaciones emergen. El vestuario, la iluminación, la puesta y la escenografía construyen este pequeño recorte de forma verdadera, una vez que entramos a la sala esa "realidad” es mucho más fuerte que cualquier otra cosa que suceda “allá afuera”. 

En tiempos de crisis es necesario seguir haciendo teatro. Más que nunca, la mirada de los artistas se hace imprescindible para reflexionar y acercarnos como sociedad, desnaturalizando la pobreza y otros temas sociales que nos incumben a todos. Desmantelar el poder a través del arte es una de las causas más nobles y es también un lugar desde donde posicionarse para hacerle frente a esta realidad que nos sacude.

Dirección: Saavedra 569 Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 49414954
Días y Entradas: $ 120,00 / $ 100,00 - Sábado - 22:00 hs - Hasta el 29/10/2016 





Ficha técnico-artística:

Autoría: Tato Cayón
Actúan: Anibal Brito, Paula La Sala, Alejandra Martínez, Alejandro Robles, Luciano Rojas
Trailer: Teatra
Vestuario: Celina Barbieri, Guadalupe Sobral
Fotografía: Laura Gattinoni
Diseño gráfico: Federico Lagreze
Asistencia de dirección: Fabian Caero
Dirección: Tato Cayón
Duración: 70 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos

La vida probable, de Pablo Caramelo


Por Carmela Marrero Castro.

Definir la existencia y cargarla de significado es una constante en el ser humano, es un cuestionamiento que recorre nuestras prácticas cotidianas y que emerge de manera intermitente entre el caos y la armonía del universo. Y así nos debatimos, entre el vacío y la completitud de la existencia.

La vida probable es una obra que se construye en y desde la contradicción y, de esta manera, recupera el dilema mismo de la existencia: palabras que no siempre comunican, decisiones que se diluyen en la inacción, personas que pueden develar sus intimidades frente un público desconocido pero no frente a sus amigos, mostrar la desnudez corporal y cubrir los sentimientos más íntimos.

Tanto la situación como la puesta en escena son, en apariencia, muy simples. Asistimos al encuentro entre cinco amigos que se debaten entre terminar la reunión y partir o quedarse un rato más y estirar la reunión. El escenario se divide en dos espacios claramente delimitados. Uno es el living, donde los personajes se encuentran para conversar, y el otro es el patio, que pareciera configurarse como un espacio más propicio para la reflexión personal, ahí donde el encuentro con uno mismo es posible aunque no siempre claro o explícito. Así, el interior y el exterior también están en conflicto.


Algunos recursos dramáticos utilizados en esta propuesta hacen evidente su distancia con el teatro realista en el que el espectador es invitado a hacer pacto y sumergirse en el devenir de una historia. La ruptura con la cuarta pared y la reiteración en el uso de determinadas textualidades (los personajes repiten incesantemente diferentes noticias en un tono que imita al periodístico) alejan al espectador de su lugar pasivo y, dado el extrañamiento construido en este artificio, lo movilizan hacia la reflexión y el cuestionamiento: ¿por qué se repiten incesantemente las noticias? ¿Por qué los personajes se presentan entre sí de cara al público en vez de construirse simplemente en la diégesis dramática? ¿Por qué las anécdotas personales no terminan de comunicarse y quedan obturadas por las noticias intrascendentes del pueblo o del país?

Con todo, se trata de una obra que a pesar de su aparente sencillez contiene cierta complejidad: la de evidenciar que no todo puede ser dotado de sentido y la de aceptar que la contradicción es parte constitutiva de nuestra existencia. 



Dirección: Humahuaca 3759. Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4862-1167
Entrada: $ 150,00 / $ 120,00 
Días: Martes - 21:00 hs 


Ficha técnico artística:

Dramaturgia: Pablo Caramelo
Actúan: Federico Iglesias, Diego Lopez Dominguez, César Riveros, Luciana Serio, María Viau
Diseño de luces: Claudio Del Bianco
Diseño sonoro: Joaquín Daglio
Fotografía: Agustina Sentana, Tomas Serio
Diseño de imagen: Bibiana Aflalo
Asistencia de iluminación: Facundo David
Asistencia de dirección: Blacky Di Desidero
Prensa: Laura Brangeri
Dirección: Pablo Caramelo

Calma Chicho, de Rocío Orlandino y Leticia Torres (Teatro-Infantil)



Victoria Cestau.

Es gratificante ir al teatro y encontrarse con este espectáculo de clown que no subestima al exigente público infantil y que genera en los adultos la sensación del juego que vivimos cuando éramos niños. ¿Se acuerdan cuando jugábamos horas arriba de un árbol o tirados en el piso planeando espacios increíbles y personajes que aparecían por cualquier lugar? El payaso juega y vive en presente. Es un adulto que no perdió la capacidad del asombro.

Calma Chicho es un unipersonal para disfrutar en familia. Una payasa multicolor nos lleva a ser parte de su travesía. Tierna, fresa, ocurrente y luminosa, Chicho es una payasa que sueña con los ojos abiertos y nos convida a pasear con ella.

Muchos objetos de colores inundan la escena donde habita el inocente mundo del clown. Asistimos al juego del payaso en todas sus expresiones: re significa los objetos creando historias pequeñas en cada uno de ellos, los humaniza, los devela como otra cosa que no son. Interactúa con el público y así, deja entrar a los niños en su relato. Su vestuario es llamativo y tanto chalupas como gorro están puesto al servicio de la historia. 



En esta obra el espacio también es subversivo ya que se utiliza el gramelot (idioma que inventa el payaso y que es entendible). De esta forma, las palabras se inscriben en el cuerpo, se vuelven poesía y también se multiplican hasta llevarlas al absurdo. Durante la obra se desarrollan hermosas imágenes y momentos de extrema vulnerabilidad. Un día de camping Chicho proyecta inmensas estrellas en el cielo y también le da vida al pequeño mundo de los insectos.

Chicho es torpe, apurada y atropellada, sus conflictos son sencillos y cotidianos, tarea difícil para cualquier actriz ya que son lugares conocidos y habituales para los espectadores, sin embargo la mirada de la directora y la dramaturgia de la actriz componen de forma dinámica y divertida cada rincón por el cual nos transporta la payasa, que nunca nos deja perder la atención.

Una excelente propuesta para las vacaciones de invierno. Vayan a ver este espectáculo, hay una payasa que seguro los está esperando. 



Dirección: Aguirre 1270. Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 4854-1905
Entrada: $ 100,00 
Funciones: Sábado - 16:00 hs - Hasta el 30/07/2016 
Funciones: Lunes, Miércoles y Viernes - 16:30 hs - Del 25/07/2016 al 29/07/2016


Ficha técnico-artística:

Dramaturgia: Rocío Orlandino, Leticia Torres
Actúan: Rocío Orlandino
Músicos: Bruno Caronia
Diseño visual: Clara Gábor
Música original: Bruno Caronia
Asistencia de dirección: Daii Alvarez
Dirección: Leticia Torres
Clasificaciones: Unipersonales, Clown, Artes Escénicas, Infantiles, Adultos

Instinto domiciliario, de Juan Pablo Gómez (Literatura)



Por Pamela Neme Scheij.

¿Qué implica el instinto en un humano? ¿De qué lo previene? ¿Hacia dónde lo empuja? La novela de Juan Pablo Gómez, Instinto domiciliario, desprecia cualquier respuesta absoluta que pudiese haber dado a esas preguntas antes de su lectura. Lo mismo ocurriría si, previamente a encontrarme con este texto, me hubiese cuestionado qué supone, en la constitución de un sujeto, crecer en una casa, que ese domicilio sea permanente, que se encuentre habitado, que exista allí la compañía. ¿Qué posibilita o impide que un domicilio se convierta en hogar?

Hernán protagoniza y narra esta historia, su historia. Le habla constantemente a Paula, quien fue su novia antes de morir. Quien él aún considera su amor; mejor dicho, quien él considera más que nunca su amor, una vez ella muerta. 

Paula no es más que un cuerpo muy presente en el relato, pero su recuerdo y sus obsesiones son los impulsos y los frenos de Hernán, sus revanchas, sus dudas, sus protestas, sus reivindicaciones. Todos movimientos apenas externos. Todos mecanismos de su domicilio mental y aperturas o clausuras de un departamento prestado-heredado que supo albergarlos, que los mantiene cerca.

Elena es la tía de Hernán, que regresa a su propiedad, desde un geriátrico, con un compañero, Federico, que la asiste en su inmovilidad física. Para Hernán no son más que una invasión: entorpecen su espacio, quieren dirigir su rutina, activan sus recuerdos de la niñez, el cinismo con que su tía lo crió (actitud de la cual ella misma reniega en ese sobrino-hijo adulto que únicamente ansía su herencia material y su recobrada soledad).

La trama entre los personajes vivos se debate en la voz del narrador minuciosamente, chocando contra paredes sofocadas de racionalidad, de paranoia, de una memoria apuntalada por la desprotección en un vértice y por el fastidio contenido en otro. Y sofocadas también por la silenciosa construcción de un futuro personal anclado en el deseo de encierro.  Salir a la calle se torna cada vez menos necesario y más emocionante es quedarse allí adentro, cuidando “lo suyo”. Así Hernán reconstruye su nido de contención (esta expresión última puede resultar confusa aquí, pero cobrará sentido con la lectura de la novela). 

La narración de Instinto domiciliario nos hace escuchar la respiración de Hernán. Así de concentrado es su trabajo. Nos hace entender, en el sentido más empático de la palabra, los fantasmas del protagonista, su urgencia de amor autoconstruido, que no pueda ser cuestionado, ni quitado. La edificación de lo que él encuentra como verdad para que su vida cobre sentido amoroso, perpetuo, sin lidiar con acuerdos ni problemas domésticos.

Uno de los contrapuntos más llamativos que hace este texto, según mi percepción, es el de la mugre versus la pulcritud; los desechos visibles, aceptados, hasta enarbolados como parte del ser oponiéndose a la obsesión por la vida impoluta. Y en función de este contrapunto, como ejemplo de otros, resurgen las preguntas hechas al comienzo de la reseña, tanto como ocurre página tras página cuando leemos esta novela. 




Juan Pablo Gómez, Instinto Domiciliario. Santiago Arcos Editor, Buenos Aires, 2015. Páginas: 171.