Por Victoria Cestau.
Hoy empieza la 3° edición del Festival Internacional de Circo Independiente con nueve espectáculos a la gorra y para toda la familia que nos acercan el estilo de vida nómade y su filosofía a través del humor, las acrobacias, el lenguaje corporal, el ritmo, las emociones y la acción.
Este año, la curaduría del mismo está a cargo de Leticia Vetrano, también conocida como María Peligro, artista con años de formación y especializada en diversas disciplinas como gimnasia artística, danza clásica, acrobacia y contorsiones.
Revista Lucarna quiso charlar con ella para conocer más sobre el campo circense actual y Proyecto Migra, entre otros temas. Compartimos acá el resultado de este encuentro:
Leticia Vetrano: Después de estar muchos años en Europa construyendo mi carrera como clown solista, viví la experiencia de girar con un circo en Italia. En ese momento ya sabía que era mi último proyecto en Europa, necesitaba un nuevo desafío, una nueva utopía.
La vida en la carpa me cautivó por completo, correspondía perfectamente con lo que yo deseaba: generar un espacio propio, pero que no me atara a ningún lugar. Así surgió la idea de tener una carpa; más que un circo siempre soñé con un espacio cultural.
Ya instalada en Buenos Aires, empecé a buscar entre mis amigos, colegas y compañeros de trabajo para dar con quienes quisieran compartir esta aventura, que en ese momento era un delirio.
Proyecto Migra propone un espacio abierto a toda la comunidad, que promueva el intercambio cultural, la formación artística, descentralización y la federalización del arte.
Tardé dos años en conformar el equipo que luego se convirtió en una cooperativa cultural. Así, el proyecto se multiplicó y tomó más sentido.
Hacemos Migra porque nos interesa mantener nuestro espíritu viajero, porque nos gusta la idea de resignificar la carpa de circo como símbolo popular, porque creemos en la descentralización del arte.
RL: ¿Podés explicarnos el concepto de red y coproducción como la política cultural sustentable para este tipo de emprendimientos?
LV: Por la naturaleza de nuestro proyecto y por las particularidades que tiene, no podríamos hacerlo sin la coproducción de gestores locales, es ahí donde se completa nuestro proyecto.
La coproducción es fundamental para nosotros, nos hace comprender las particularidades de cada lugar, nos facilita la gestión burocrática y, sobre todo, nos ayuda a entender el contexto con el que vamos a trabajar y el tipo de público con el que nos vamos a encontrar. Cuando se mueve nuestra carpa-teatro el público cambia.
En cuanto a la política de sustentabilidad, estamos siempre aprendiendo cómo se hace. Es posible hacer cultura autosustentable siempre que haya un público que pague, pero esto deja afuera a una parte de la sociedad. A nosotros nos interesa mucho llegar a todo tipo de público, por eso trabajamos a la gorra en nuestras giras autogestionadas e intentamos también conseguir municipios y actores privados que compren el proyecto. Entre estas dos cosas nos manejamos.
Cabe aclarar que el proyecto es 100 por ciento independiente desde el inicio.
RL: ¿En qué se diferencia a un circo tradicional?
LV: Nos diferenciamos en dos aspectos fundamentales. El primero es como artistas, porque queremos con nuestras creaciones trascender la técnica de circo. Mas allá de la proeza del truco, buscamos desde la dramaturgia, la elección estética y la puesta en escena contar algo más.
El segundo es como gestores, porque tenemos una estructura que es completamente horizontal, a diferencia del en el circo tradicional, en el que existe un patrón que es el dueño del circo. En nuestro caso, al ser una cooperativa, todas las decisiones se votan en una asamblea y se decide entre todos el rumbo del proyecto.
Y, obvio, no tenemos animales.
RL: ¿En qué se parece a un circo tradicional?
LV: En que somos familia; somos medio gitanos. También en que creemos en la magia de llegar a un lugar y transformarlo: llega la carpa y algo cambia. Eso se mantiene intacto.
LV: Creo que el circo contemporáneo o el circo de autor está tomando mucha fuerza en los escenarios de América Latina, seguramente con una gran influencia de Europa, donde este género ya está instalado hace muchos años en los circuitos teatrales más importantes.
En Argentina, en particular en los últimos años, creció muchísimo la comunidad cirquera, y también crecieron las posibilidades. La sensación a veces es que no está considerado un arte escénico, pero las nuevas creaciones y la inserción del circo en espacios que sólo eran teatrales están incentivando a los artistas a llegar más lejos con sus creaciones.
RL: ¿Cuáles son las perspectivas a futuro?
LV: Para el año próximo vamos a crear nuestro primer espectáculo como compañía (por el momento, nuestros espectáculos son de varieté: cada integrante presenta sus números, siendo de creación colectiva sólo los intermedios) y seguir construyendo en equipo desde la autogestión, seguir aprendiendo y hacerlo lo mejor que podamos, siempre.
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