Por Patricia Signorelli.
Tres hermanas se paran frente a un grupo de familiares y conocidos para pronunciar unas palabras de despedida a su padre que acaba de morir. Un discurso final que no está, se perdió y entonces hay que improvisar. O, mejor dicho, sí está, pero escondido en la heladera, congelado.
Así arranca la puesta en escena de María Figueras que puede verse todos los domingos en El Camarín de las Musas. La obra de Carol López aborda el universo familiar a partir del duelo por la pérdida significativa del padre.
La ausencia de la ley patriarcal les permite a la madre y a sus tres hijas redescubrirse develando la complejidad de los vínculos. Como el discurso congelado en la heladera, el estereotipo de la familia se congela, y aparece la improvisación, que no es otra cosa que la vida misma.

El espacio en el que se desarrolla la obra es la casa paterna y el foco del espectador se instala en el comedor diario. Este, además, tiene tres puertas que habilitan tres sitios extraescénicos: la cocina, la sala donde se lleva a cabo el velatorio y la calle. Los personajes circulan por estos lugares para detenerse en el comedor diario, sin embargo, el espectador es invitado a reponer lo que no se ve, pero se escucha o se infiere.

Dónde: El Camarín de las Musas. Mario Bravo 960.
Cuándo: Domingos a las 20:00.
Cuánto: $250.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Carol López.
Actúan: Julia Catalá, Florencia Di Paolo, Jose Escobar, Malena Figó, Elena Petraglia, Nicolás Romeo.
Vestuario: Ana Nieves Ventura.
Escenografía: Franco Battista.
Diseño de luces: Matías Sendón.
Diseño gráfico: estudiopapier.
Asistencia de dirección: Gisele Gonzalez.
Prensa: Marisol Cambre.
Producción ejecutiva: Brenda Schraier.
Colaboración artística: Juan Branca.
Diseño de movimientos: Juan Branca.
Dirección: Maria Figueras.