Por Ariana PerezArtaso.
Mudarse implica
mucho más que guardar todas nuestras pertenencias en cajas rotuladas y esperar,
con mucha fe, que su contenido llegue intacto al lugar de destino. Mudarse es también
dejar atrás un encarnado sistema; una forma de vida que en algún momento
pudimos desentrañar casi por completo para nadar en ella sin mayores
dificultades.
Las reacciones
al movimiento seguramente sean infinitas, pero podríamos imaginarlas en base a
distintos grados o niveles. El primero sería cambiar de barrio, y en ese caso las
actitudes esperables en la media de los mudantes engloban la búsqueda de nuevas
estrategias de tránsito (colectivos que conecten la zona, combinaciones de
subte, calles más o menos iluminadas, la mejor plaza para sacar al perro, etc.,
etc.); así como el esfuerzo extra para decodificar las costumbres de los
vecinos lo antes posible; y el hacer propios los sonidos del habitáculo que de
ahora en más se llamará ‘hogar’ para que su condición de posibles amenazas
termine pronto.
Pero el traslado
puede ser más drástico. Si se da de una provincia a la otra ya estamos en el
nivel dos y la voluntad tendrá que ser mayor. Esto dado las menores oportunidades
que se darán de volver corriendo, en plena crisis existencial, al lugar de pertenencia.
Son casos en los que hay que hacerse a la idea de que uno es laxo, que puede
amoldarse a ciertos usos novedosos, horarios diferentes y potenciales amigos
que ayuden a aligerar el trago y acelerar el proceso que nos pueda llevar a un
esperanzador disfrute de la nueva geografía.
Ahora bien,
llegando al final de esta escueta categorización, tenemos el nivel más extremo:
el cambio de país. Y ahí, mis amigos, se corre el riesgo de transformarse en un
perfecto extraterrestre. Al menos esta es una de las hipótesis que se desprenden de Movimiento perpetuo, experiencia teatral interactiva que versa sobre la
soledad que irremediablemente conllevan las mudanzas y las consecuencias de
arribar a una ciudad tan bella y monstruosamente particular como Buenos Aires.
Este curioso
unipersonal es un trabajo itinerante que toma lugar en un espacio diferente
cada vez. Así, el espectador es invitado a participar de una mudanza para formar
parte de ella, escuchar la historia de su galáctica artífice y darle alguna que
otra palmadita reconfortante para que afronte la ardua tarea de amoldarse al
planeta Tierra. En el medio, circulan los brownies, el vino y el agua.
Todo el que
quiera acompañarla en su trance, puede escribir a movimientoperpetuoobra@gmail.
Con la reserva será confirmado el living que albergará a la obra y a sus
participantes. Los grupos son reducidos y la forma en la que cada quien
interactúe durante la hora que dura la reunión dependerá de las ganas que se
tengan.
Movimiento
perpetuo se estrenó en noviembre de 2013, salió de gira por Colombia y hasta
diciembre andará de casa en casa en Buenos Aires para emprender un nuevo viaje
en 2015 rumbo a Nueva York.
Dónde: Living de
una casa a confirmar.
Cuándo: Martes a las 21:00.
Cuánto: 80 y 60 Pesos.
Cuándo: Martes a las 21:00.
Cuánto: 80 y 60 Pesos.
Ficha técnico
artística:
Actúa: Paz
Pardo.Vestuario y
escenografía: Tony D’Fabrici.Coreografía: Katharine Hawthorne y Paz Pardo. Voces en off: Sol Hilfinger-Pardo, Jessica Almasy. Música: Heather Christian.Texto: Paz Pardo.Dirección: Carlos Enrique Lozano.