Por Ariana Perez Artaso.
La sola idea de llevar a escena un personaje como el Padre Carlos Mugica presenta, desde el vamos, algunas incógnitas: ¿cómo abordar su historia sin caer en el documentalismo? ¿Bajo qué mirada hacer llegar su impronta? ¿Cómo evitar la bajada de línea edificante o detractora? El equipo detrás de La bestia rubia decidió hacerlo desde la miscelánea, a través de un texto y una puesta que se mueven con fuerza, sin dejar espacio para la pausa ni el cuestionamiento, al menos durante los 50 minutos que dura la pieza.
Andrés Gallina, dramaturgo a cargo de plantar las bases de la misma, nos abrió las puertas de su cocina para que podamos conocer algo de lo que fue el proceso de creación de la obra que hoy puede verse en el Cultural San Martín:
Revista Lucarna: ¿Cómo surgió la idea de escribir La bestia rubia?
Andrés Gallina: Es un proyecto que nació como un deseo del actor Nelson Rueda. Él convocó a Tatiana Santana, la directora, y ella a mí. En un principio sentí que me era muy ajena la figura de Mugica, que me quedaba muy lejos.
RL: ¿Te resultó difícil la construcción del texto?
AG: Sí. Me parecía un riesgo muy grande, me sigue pareciendo un riesgo. Eso me sedujo: pensar que no podía escribir sobre Mugica. Es una figura imponente, creadora de muchos imaginarios, y yo no me podía hacer cargo completamente de eso para escribir. Tenía que encontrar zonas del relato de su vida que me remitieran a mis propias zonas de dolor. Me fui apasionando. Sentía que la escritura debía dar, en algún sentido, cuenta de ciertos fragmentos de su vida más conocida, en términos históricos, políticos, religiosos, pero quería al mismo tiempo conectar con otros pasajes, más íntimos, que en el texto aparecen como estallidos, algo afiebrados, muy vitales.
Empecé a descubrir algo vinculado con la pasión, el exceso, la desmesura con la que se cuenta que Mugica vivía. Así, sobre lo político y lo religioso se comenzó a filtrar el discurso amoroso y el fútbol. Y algo de la forma bestial dese la cual hacía todo me empezó a construir el personaje: su respiración, su modulación, su pulsión vital. Todo muy agitado.
RL: Después de ser invitado a encarar el texto, ¿lo trabajaste en conjunto con el resto del equipo o fue una tarea más de gabinete?
AG: De gabinete. En conjunto fue la investigación: lectura de textos, entrevistas, documentales, recolección de material oral. Hicimos mucho intercambio con Nelson y Tatiana, reuniones, encuentros. En la unión de todo ese trabajo la obra se escribió.
El proceso incluyó encontrar en los materiales documentales un nuevo recorrido. Trabajé editando y reescribiendo esas fuentes. Luego descubrí que había algo en la cadencia de lo que estaba trabajando que se vinculaba con el verso. Una vez que apareció el poema, surgieron los ‘cantos’ (en términos poéticos) que dividían las escenas y generaban un corte asociado a lo narrativo. Pienso que el trabajo consistió en saquear textos documentales y darme la libertad de intervenirlos poéticamente. Algo así como escribir arriba de una voz.
Un amigo [de Mugica] decía que, más que como un mártir, le gustaba recordarlo como alguien que quería vivir. Y a pesar de que el texto narre la muerte (o lo haga desde su umbral) yo quise escribir sobre un hombre desbordado por la vida.
RL: ¿Cómo llegaste al título de la pieza?
AG: Pensé sencillamente en el apodo de Mugica: La bestia. Lo llamaban así. Parece que dormía, leía, rezaba, jugaba al fútbol como una bestia. Así intenté que respire en este texto.
Lo rubio lo ubica en Recoleta; identifica algo en términos de clase. Se armaba así un choque semántico, como si a ese sustantivo no le correspondiera ese adjetivo. Esa contradicción también habla del personaje.
AG: Hay ciertos pasajes que tienen un anclaje y una fuerza histórica: su conversión al peronismo, su visita a Perón, sus incursiones en la televisión, su renuncia al Ministerio de Bienestar Social, sus oraciones. Sobre estos pasajes más visitados, más comunes, aparecieron ciertas formas que iba descubriendo y que, sin querer, se me imponían: pensar ese viaje a Puerta de Hierro en tono de road movie; imaginar una escena de renuncia amorosa con reminiscencias de la generación beat; recrear, desde un tono festivo, un partido de fútbol en el que el personaje mete el gol del empate en el que casi se le va la vida. Quería empujar hacia otras zonas. Que apareciera el cura de los pobres, su misión, su profunda religiosidad, su entrega y que, a la vez, eso conviviera con sus viajes, con su fútbol, con su Racing.
RL: ¿Qué te parece la puesta final de la directora?
AG: Creo que tiene mucha personalidad. Y que corre riesgos. El texto, como contaba, es un largo poema escrito para un actor -Nelson Rueda-. Ella lo articuló con música –de la mano de Rony Keselman- y movimiento –con Mecha Fernández a la cabeza- en una puesta próxima al género musical.
Además, trabajó con la inclusión de un coro de actores, cantantes y bailarines (Gabriel del Río, Laura Figueiras, Melisa Noé Pereyra López y Pedro Frías). Hizo una lectura singular del texto, original, que reafirma la intensidad y la vitalidad del personaje.
Dónde: El cultural San Martín, Sarmiento 1551. Sala 3.
Cuándo: Jueves a sábado a las 21:00 y domingos a las 19:00.
Cuánto: Jueves 60 pesos; viernes y domingos, 80.
Ficha técnico artística
Elenco: Nelson Rueda, Laura Figueiras, Pedro Frías, Gabriel Del Río y Melisa Noe Pereyra.
Escenografía y vestuario: Jorge Ferrari.
Coreografía y movimiento en escena: Mecha Fernández.
Música original, dirección y arreglos vocales: Rony Keselman.
Iluminación: Fernando Berreta.
Fotografía: Agustina Luzniak.
Asistente de dirección: Lalo Moro.
Asistente de escenografía y vestuario: Luciana Uzal.
Asistente de iluminación: Víctor Olivera.
Asistente de producción: Lucía Asurey.
Producción ejecutiva: Rosalía Celentano.
Prensa: Carolina Alfonso.
Autor: Andrés Gallina.
Dirección: Tatiana Santana.