Entonces llego a Dock Sud y otros poemas, de Nerina Durán (Poesía)


Entonces llego a Dock Sud,

y me hago referencia
a doce años atrás
cuando el viejo y yo
mirábamos por la ventana del departamento
y él me explicaba no sé qué de los barcos.

Todavía hay algunas palabras flotando,
barrio,
buque,
dársena,
humo,
gris,
enorme,
dársena de nuevo.

Paso por el puestito de choripan que está entrando al barrio,
ahí en la vereda
nos sentábamos con el abuelo los domingos.

Torre cuatro,
los edificios están desordenados,
pero sé que el del viejo 
es el que le sigue a la cabina con la cara del Indio Solari.

No hay gente entrando ni saliendo,
las puertas son horribles,
adentro está oscuro y helado.
Los ascensores tienen espejos.
me miro en ellos,
tengo ojeras, como siempre
y ganas de llorar, pero está bien.

Llego al piso doce y
a penas doblo a la derecha, lo veo.
Él parado ahí, tan igual,
tan esquelético.

Me mira,
empuja el labio inferior hacia arriba,
junta
las cejas,
sube
los brazos
despacio,
me acerco y miro cómo se le mojan los ojos
celestes atrás del vidrio.

Abrazo su grupo de huesos,
en un abrazo que dura doce años
y una columna de lágrimas sube desde el pecho
con fuerza
y
aunque las cosas estén mal en todos lados,
Dock Sud me sigue gustando.




Las miras

Otra vez hay problemas
en los departamentos
donde vive mi abuelo
esos chicos
son como las abejas:
si nadie los molesta
ellos no molestan a nadie.
El disparo salió
desde una de las torres
y alcanzó a un policía
en el peaje de Dock Sud
según el diario.
Diez días después
el peaje ya no existe.
Desde el puerto
y con largavistas
se puede ver a los chicos,
infantes concentrados,
apoyados
en los vértices de las ventanas
atrás de las miras.




A veces te imagino

subiendo por la rampa de la estación 
te hago zoom
te escucho respirar.
Entonces me acuerdo de la terraza,
del color de tu cara 
o de los ojos que se cruzan
tomando una taza de café.
Ahora estás en el andén 
mirando y
jugando con tus pies
después con el cordón de la campera,
con el cierre de la mochila
y así 
hasta que llega el tren,
y vos subís 
y dejás solo en la estación 
al sol,
que rozaba tu mano cuando la arrastrabas por la baranda de la escalera
que rozaba tu sien cuando dejabas de jugar y subías la cabeza
que rozaba tu boca
como la rozan 
mis ojos
cuando no me mirás.



Un poco sobre Nerina Durán:

Nos cuenta Nerina:

Nací el 18 de Julio de 1996 en Monte Grande, Buenos Aires, en 2014 terminé la secundaria, y en julio del mismo año empecé el taller de Mauro Quesada. Mi primer libro salió por La Carretilla Roja y se llama El efecto es malísimo