Foto: Pia Bautista |
Por Victoria Cestau.
Hay niños antes de dar sala, hay gente mayor, hay gente joven, se huele la diversidad del público, se ve que entran artistas de distintas disciplinas, gente perfumada, personas que vieron y entraron al teatro. Hay de todo, la heterogeneidad que tiene “el público” es un gran indicador de una obra que se puede hacer cargo de tantas diferencias.
Rodar a través de la mente y la imaginación de un payaso que invita a disfrutar sumergido en el silencio, es la propuesta que Agustín Soler, junto a su equipo, nos acerca todos los viernes a las 21 horas en el Teatro Mandril. Sutileza, poesía, humor y tragedia, fórmula antigua, que pocos artistas saben desarrollar en escena, es lo que Ruedos despliega de una forma estética y sensible.
Foto: Matías Silva |
Un día en la vida de un payaso, la simpleza acompañada del mejor teatro físico y mimo, hacen de este unipersonal una obra imperdible. ¿Qué sucede cuando la poesía de la luna toca la ventana de un payaso? ¿Qué nos traen la risa acompañada por el llanto? ¿Qué nos deja todo esto…? Nos atrapa, nos vuelve a enamorar, nos desliza por un tobogán y de vuelta casi sin darnos cuenta volvemos a reír como cuando éramos niños…
La propuesta es dinámica y distinta, conjuga silencios y acciones físicas refinadas, malabares, músicos en vivo como el mejor cine mudo de aquellos tiempos, un vestuario típicamente payasesco y una puesta que es muy bien acompañada por la escenografía. Todo está pensado, todo es funcional y armónico escénicamente. El actor se despliega sin obstáculos y los actos fluyen, casi como una coreografía, como una danza de un bailarín que juega con el viento. Agustín Soler pasa por distintas ramas artísticas y es que viéndolo recuerdo a los actores orientales decir que, un actor es: un bailarín, un acróbata, un mimo, un poeta. Todo eso sucede aquí: grandes y pequeños gestos de humor, desopilante, tranquilo, cada acción tiene una atmósfera y un color que representa cada ínfimo universo.
Foto: Matías Silva |
Dicen que el alma de los payasos está en los pies. Si tuviese que dibujar el alma de este payaso, yo le cosería unas alas pequeñas y rápidas, ágiles, llenas de plumas de colores, con un poco de polvo de los sueños y con un sabor dulce. Entre la tierra y sus pies la magia, el ritmo y por sobre todo la entrega de la fragilidad.
Funciones:
Teatro Mandril: Humberto Primo 2758
Días: Viernes
Hora: 21
A la gorra.
Ficha técnico-artísitca:
Autor/Actuación: Agustín Soler.
Música: Santiago "Oveja" Blomberg / Manuel Katz.
Escenografía: Pedro Ava.
Dirección: Gabriel Paez.