La irredenta, de Beatriz Mosquera (Teatro)


Por Victoria Cestau.

Suena una cumbia, es la voz de una mujer que canta mientras entramos a la sala. Es una canción que cualquier mujer podría cantar. Se me pega en el cuerpo, se instala y prepara la recepción para lo que será una obra intensa.

Este prólogo musical es acompañado por un juego de luces que a través de distintos flashes presenta la escena dinámica como fotografías. La obra se desarrolla en un espacio privado y sumamente íntimo: el cuarto de una pensión. Pero, la frontera entre lo público y lo privado se diluye –se entremezcla- porque en este contexto no pareciera posible aislarse del afuera, el espacio no sólo es lugar, es parte de una configuración identitaria.

En La Irredenta el universo femenino aparece en todos sus trazos, en el escenario vemos: un vestido blanco de novia, flores de todo tipo, ropa, velas, un biombo, muñecas, cortinas con brillo, fotos, un santuario montado que sirve de estrado. Allí tres prostitutas y un travesti sueñan con otro futuro: “un príncipe azul y una casita blanca”, pelean el presente y contienen el pasado en sus cuerpos, en sus memorias casi abatidas. Son cuatro mundos diferentes unidos por una profesión y por un vínculo dependiente con Lola; líder del grupo que lleva a cabo todos los planes, les ordena la vida, las ama y las destruye. La Irredenta es tierra de nadie donde sucede de todo.


La figura de la prostituta ha recorrido la historia del arte y del espectáculo. Un ejemplo paradigmático lo encontramos con la bíblica María Magdalena, retrato que la obra liga y toma implícitamente cuando vemos a una de sus actrices entrar sola a escena y lavarse los pies en una palangana. Son múltiples las miradas y las representaciones de la prostitución y como es lógico, cada una no sólo captura un presente, sino que también contribuye a la creación discursiva sobre este hecho social. 

La irredenta pone en escena una realidad, la representa y la crea. En ese proceso, la elección de algunos recursos dramáticos, lejos de complejizar la situación social representada, reafirman el estereotipo de la prostitución instalado en el imaginario social. El vestuario: pelucas, rouge, tacos, cigarros, whisky. El lenguaje: por demás callejero y a veces vulgar. Las actuaciones: desnudos descuidados, encuentros violentos. Esto marca cierta tendencia a la reproducción de algunos lugares comunes, a pesar de que el tema de por sí presente sus complejidades.


De todas formas, la obra logra exponer problemáticas de una vida dura y digna al mismo tiempo. Los diálogos nos reflejan que después del trabajo hay una vida que entreteje preguntas y certezas de niñas, de sabias, de locas…”¿Dónde está la marca de la prostitución?”,“¿Qué son las amapolas?”, “¿Cada lugar en el mundo tiene sus inconvenientes.”, “El poder nunca descansa.”

Al final de la obra la indiferencia no es una opción. Las interrogantes quedan sobrevolando en el aire…¿qué hay detrás de los tacos, del cigarro y del whisky, de la peluca y del rouge corrido? ¿cómo mostrar lo no conocido de un tema tan visitado por el arte sin caer en lo previsible? Así, la obra nos lleva más allá de sí misma para instalarnos en cuestiones sobre la productividad y la complejidad del discurso artístico.  

Temporada 2014
Re estreno: viernes 7 de febrero a las 21hs
Funciones: viernes, a las 21hs.
Teatro Taller del Ángel: Mario Bravo 1239 (CABA)
Informes: 4963-1571/15 59 763465 
Entrada: $ 60. Estudiantes y jubilados: $40
+info:
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FICHA ARTÍSTICO TÉCNICA
AUTORA: Beatriz Mosquera
DIRECCIÓN Y PUESTA EN ESCENA: Edgardo Moccia
ASISTENTE DE DIRECCIÓN: Jorge Suarez Soria
ELENCO (por orden de aparición): María Fernanda Correa (Irredenta), Gisela Belén Barbá (Dolores - travesti), María Soledad Tortoriello (Azucena), Natalia Gregoria Romero (Lola)