Servirle
la cena
el
licor de anís. Suspiraba
para
aguantar el llanto.
Desoía
cada palabra
enlos
gestos
de
su madre. Fija
frente
a las hornallas
esperaba
el final, un plato
de
nuevo limpio, la casa
sin patrón.
**
Con las
lágrimas
entrando
en su boca, solito
en
el ahogo, animal
repetía:
que
ya no regresen
que
ellas no esperen su llegada
y
él pueda cuidarlas
como
un ángel bueno.
Que
se ausenten los hombres
de
su familia
de
todo recuerdo.
**
El
té de a traguitos
en
los sillones de pana
jugaban
a ser personajes
de
las novelas que Lavive leía.
Papá
acariciaba a su hermana
como
un enfermeroo un mago
reteniéndolaingenuo
en
este mundo.
Ella
se murió
recostada
entre sus libros
un
resto de piel
pálida
y agua.
**
Como
Nadua en la niñez
tatué
nuestro linaje
en
mis brazos.
Líneas,
sombras que acomodan
cada
pena, entrega y esperanza
en
su lugar preciso.
El
vibrar de tu voz, papá
entrama
los vestigios
de
esas memorias
ya
casi sin dueños.
No
quiero
que
se disuelvan. Escribo
todo
lo que puedo.
Lo
hago
como
si tejiera a dos agujas
con
dos espinas.
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