Espinas, de Pamela Neme Scheij (Poesía)


Por Patricia Verón. 

Donde no hay nada más que la presencia del cuerpo y la memoria, una mujer se atreve a levantar el relato de su padre. Lo alza con sus brazos lo más alto posible, lo sostiene con dos manos que no tiemblan: las de una niña. Sin violencia, cuenta la violencia. Sin tremendismo, la orfandad. Para que no se olvide.

Hay un doble movimiento: por un lado se corre la figura de la voz del padre que sostiene la presencia de un antepasado fundador heróico. (Pensemos en el sueño de los héroes Borgiano si se quiere). Aquí tenemos más bien un antihéroe, al menos hacia adentro del entorno familiar. Nada que celebrar. Y por otra parte hay una especie de corte en la trama, como la de aquellos que deciden no tener hijos para no traer inocentes a un mundo criminal: en el caso que nos ocupa, el corte es la variación del foco. Una mujer, la hija, acerca al padre, el hijo, la posibilidad de poetizar sobre el fondo de una infancia borrada y de una voz silenciada: la de la abuela. Y lo hace microscópicamente, representando en la interpretación del relato del hombre la representación del silencio de la mujer. Histórico y místico a la vez.

Sólo se sabe del antihéroe lo que habilita el testimonio del hijo. Y en eso es contundente. No hay medias tintas ni justificaciones referidas al entorno generacional. Tampoco en la representación de la mujer. “Era así, se hizo así pero yo quiero decirlo como una forma de expulsión, como una forma de visibilizar la infeliz vida de la que desciendo”, parece querer decir la niña que sostiene en alto la voz del padre.

Habita el libro una figura trágica: Lavive. Como las jóvenes vírgenes de la tragedia griega que morían atravesadas por la espada del verdugo o ahorcándose con una soga o los paños de sus vestidos, la joven tía de Espinas  viene a constatar como una Antígona el vínculo roto, el desafío al mandato: deja de alimentarse.

Y bien, después de leer los poemas, uno siente ganas de formularse las preguntas: "¿Y cómo fue la vida de mis abuelas?" "¿Y cómo vivieron mis tías su amor, su frustración, su adaptación a un modelo de sociedad regida por 'la función del padre'?".

La forma de suavizar el relato es el lugar que elige la voz poética para inscribir su visión en el mito. De lo contrario estaríamos ante otras formas de nominación de las cuales hay variados ejemplos actuales en la poesía escrita por mujeres en nuestro país. Me refiero a poéticas en donde la violencia verbal es el marco para significar otro tipo de extremos vivenciales. Sin embargo, las espinas de Espinas dejan de lacerar la piel y se transforman en la obstinación que inventa la belleza de un canto sembrado de futuro.

Fragmento de Espinas


Qué vio de niño
cuánto ancló adónde.
Mecánica de la memoria  
que lo dejó sobrevivir
a su apellido.

Reitera el cuento mi papá
como quien rinde homenaje
a sus muertos o escribe
penas viejas en mis oídos

La proa del barco al cielo
casi vertical. Los pasajeros
chocaban, se hundían
con la popa
el miedo.

Lavive caía del aire al agua.
Las piernas de Nadua
se hirieron hondo, rota la carne,
las venas, salvó a su hijita
ni pisada esta tierra.

Nadua no advirtió
en ese dolor
en ese riesgo
el bosquejo de su futuro
o sí.