Donde la ciudad termina, de Ruth Kaufman y Daniel Roldán (Literatura+Entrevista)



En Donde la ciudad termina no hay nombres propios de localidades ni personas, solo hay espacios recordados, recorridos y descubiertos, y lazos con la misma suerte.

A modo de historia/poema, Ruth Kaufman relata la historia de un nene que, junto al novio de su mamá, se maravilla al entender que la gran urbe tiene un límite y que en él los colores no son tan simples como en otras partes.

Sobre las relaciones que se establecen en el libro, el trabajo de ilustración y el vínculo de los más chicos con la lectura –entre otras cosas- nos cuenta Kaufman en esta charla que tuvo con Revista Lucarna.

Revista Lucarna: En la historia se incluye la relación de un nene con el novio de su madre, ¿cómo surgió la idea de tomar este tipo de lazo, no tan frecuente en los libros para chicos?
Ruth Kaufman: No sé, surgió esta figura, la del camionero, y el libro fue fluyendo, atrayendo hacia sí, incluso, textos que tenía escritos fuera de este personaje y que fueron saliendo de su boca con una gran naturalidad. Creo que por las novedades que cuenta y trae a la vida de este chico [protagonista de la historia], debía ser alguien muy íntimo pero lejano a la vez.


RL: ¿Cómo creés que es la vivencia actual de los chicos con respecto a la ciudad y la naturaleza? 
RK: Sé que hay chicos en Buenos Aires o en San Pablo que nunca han salido y quién sabe nunca en su vida saldrán de la ciudad. Las ciudades son tan inmensas que no terminan nunca. Incluso yo, que vivo en una ciudad pequeña y salgo a caminar por el campo casi todos los días me pregunto ¿esto qué es?, ¿dónde se decide si se planta soja, trigo o sorgo?, ¿en el campo o en la ciudad?  

La oposición ciudad-naturaleza no es tan sencilla de pensar, casi te diría que no bien empezás a pensarla ciudad se vuelve un sinónimo de cultura y quedás muy pero muy enredada. Pero si pensamos, ingenuamente, naturaleza como aquel espacio que no ha sido intervenido por el ser humano, no hay duda de que pocas personas de este mundo tienen la posibilidad de encontrarse “con” o “en” la naturaleza. La ciudad avanza y la naturaleza queda relegada a los desiertos, las montañas (si no tienen minerales preciosos), la selva (siempre perdiendo territorio), los ríos y el mar  (si no pensamos en los desechos urbanos y humanos que llevan en sus aguas). 

¿Un parque nacional es naturaleza? A veces pienso que esos espacios son al territorio como las plazas a la ciudad. En nuestro país hubo muchos pueblos cuya cultura no implicaba transformar la naturaleza, o implicaba hacerlo en una escala mínima; ellos están tan arrinconados, tan avasallados como los espacios que habitaban y como los animales con los que convivían.

Como sea, ojalá todos los chicos urbanos tengan oportunidades de salir de la ciudad, de estar en espacios menos intervenidos por el ser humano, nadar en un río, caminar una montaña, una playa agreste. Haciendo esas cosas, prendiendo un fueguito, durmiendo bajo las estrellas, mojándote con la lluvia sos más niño o niña que nunca.   

RL: En tu opinión, ¿cuál es la mejor forma de iniciar a los más chicos en la poesía?
RK: La mejor forma no sé. Creo que leer poesía, escuchar poesía, aprenderse poemas de memoria, escribir poesía son todas actividades que los chicos gozan mucho. Al menos, en mi experiencia y en la de otros colegas, cuando se propone poesía en la escuela se lo vive con mucha alegría. Asombra la naturalidad con la que los chicos pueden acercarse al lenguaje poético. 

RL: ¿Cómo fue el trabajo con Daniel Roldán para la ilustración de Donde la ciudad termina?
RK: Daniel hizo su lectura del texto y, en algunos casos, yo le di mi visión del poema. Así, conversando fuimos llegando al libro. Por ejemplo, si leés solo el texto verás que no está definido el género del personaje infantil; la voz en primera persona que cuenta la historia poema, puede ser tanto un niño como una niña. A la hora de ilustrar esa indefinición no se podía sostener… Daniel imaginó una nena pero, como para mí, si había que elegir la voz era la de un varón, le pedí que siguiera mi cabeza…

RL: ¿Cuál es, para vos, una buena manera de elegir un libro para un chico? 
RK: Varía si elegís para un niño en particular que si estás pensando en una compra institucional para una biblioteca de aula, escolar, general… Si es para un chico en particular es más fácil porque lo conocés y vas viendo lo que le gusta, a medida que crece puede ir eligiendo por sí mismo. 

Si comprás para una biblioteca o para un grado creo que hay que pensar en la variedad: historieta, cuento, libro álbum, poesía, no ficción, novela para que cada chico encuentre la puerta por la que quiere entrar a la lectura. 

El otro gran problema se genera en torno a la palabra “calidad”. Sin duda debe haber algunos (o unos cuantos) libros de calidad, libros que quien elige considere realmente buenos. Y Comienzo a enredarme con los adjetivos valorativos ya que no todo lo que se publica es bueno; al menos para mi modo de entender la literatura escrita para chicos. 

Un modo sencillo de encarar este problema puede ser abrir el libro, leer las primeras páginas y anticipar el final. Si todas tus anticipaciones se cumplen, probablemente, estés frente a un libro para chicos de escasa o nula calidad literaria. 

RL: ¿Qué consejos les podrías dar a los padres para que puedan introducir la lectura en la vida de sus hijos?
RK: Hay uno sencillo y prácticamente infalible. A la noche, en la cama, leerles libros. Durante años, hasta que una de las dos partes diga basta.

RL: ¿Estás preparando algún otro libro en estos momentos?
RK: Tengo un libro de poemas para chicos inédito Las onomatobellas; escribo Al costado del camino, acerca de las plantas que crecen en ese lugar entre el alambrado y el camino, sin que nadie las siembre, ese espacio de naturaleza que sobrevive en el campo; y muy lentamente, un cuento o dos para completar un posible libro. 

Espero que disfruten la lectura de Donde la ciudad termina.

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Detalle
Título: Donde la ciudad termina.
Autor: Ruth Kaufman.
Ilustración: Daniel Roldán.
Editorial: Pequeño Editor.
Páginas: 32.
Precio: 120 pesos.