Por Celina Ballón.
“Un espantoso
crimen fue cometido el jueves por la noche en un barrio de Le Mans habitado por
la clase acomodada. Dos sirvientas, dos hermanas, mataron a sus patronas en
circunstancias tan abominables que la pluma del periodista casi debería
renunciar a describirlas”.
El periodista de La
Sarthe du soir no carece de escrúpulos: sabe que el caso que tiene entre manos
es una mina inagotable de morbo. Aun así, conoce las reglas de su oficio y por
eso la edición del 3 de febrero de 1933 contiene una minuciosa descripción de
las mutilaciones sufridas por las víctimas. La reacción social ante el crimen
fue inmediata y el mismo periódico da cuenta de ella: “Veinticuatro horas han
pasado desde que se descubrió el drama de la calle La Bruyère, un día durante
el cual la lamentable noticia es divulgada de boca en boca, sembrando en todas
partes el estupor y, al mismo tiempo, la indignación”.
Como suele pasar
con los crímenes que se convierten en casos célebres, el doble asesinato tuvo
un enorme impacto en la opinión pública, y algunos de los frutos del escándalo
se conservan hasta hoy. Al calor de la polémica, Jacques Lacan apura el paso y
en ese mismo año publica “Motivos de un crimen paranoico: el crimen de las
hermanas Papin”. Jean Genet espera un poco más, y en 1947 estrena una obra que
llega a ser un clásico del teatro del siglo XX.
“Voy al teatro para
verme, en la escena, como no sabría –o no osaría– verme o soñarme”. El sueño
de Genet es siempre pesadilla, y por eso sus criaturas alucinadas no son tan
distintas al resto de los mortales. En palabras del autor: “son monstruos, como
nosotros mismos cuando soñamos”.
La versión de Las criadas de Christian Inglize tiene como principal referente la estética de
Copi. El trabajo actoral del mismo Inglize –a cargo del rol de La señora– es
sin duda responsable de ello. El director asume el desafío de componer a una mujer
ridícula sin caer en el trazo grueso y lo logra muy bien (de hecho, su
personaje recuerda a la actual Noemí Alan y el tapado de piel ochentoso termina
de redondear la imagen).
Genet concebía la
estructura de su pieza como el ensamble de partes muy diversas actuadas de
manera muy diferente. La versión de Inglize alterna dos estilos bien definidos.
La presencia de La Señora en escena es lo que establece el corte. Cuando las
hermanas están solas, el estilo y el tono son realistas, de una violencia muy
subrayada. Poco queda aquí del anhelo de contención actoral expresado por el
autor: “Las actrices retendrán sus gestos, cada uno de ellos estará como
suspendido o quebrado”.
La presencia de
Inglize en Las negras impone una atmósfera grotesca y delirante que, como dijimos,
coquetea con la estética de Copi (en particular, con la voluntad de ironizar
ferozmente acerca de lo más abyecto). Es una pena que esta versión no ahonde en
este registro, porque se intuye que un trabajo sobre esta línea hubiera dado
resultados interesantes. La alternancia entre el drama truculento y el delirio moderado no logra establecer una armonía, y el resultado es una obra indecisa, que nos deja con ganas de más.
Dónde: Noavestruz
Espacio de Cultura. Humboldt 1857.
Cuándo: Lunes 21:00.
Cuánto: $180 / $150.
Cuándo: Lunes 21:00.
Cuánto: $180 / $150.
Ficha técnico-artística
Dramaturgia:
Christian Inglize.
Actúan: María De
Pablo, Christian Inglize, Lía Viñao.
Diseño de luces:
Ricardo Sica.
Diseño gráfico:
Constanza Fernández Ochoa.
Asistencia de
dirección: Lailén Alvarez.
Prensa: Kazeta
Prensa.
Producción
ejecutiva: Mariana Zarnicki.
Dirección:
Christian Inglize.