Por Patricia Signorelli.
La intemperie de las cosas es un oxímoron en el que se manifiestala exposición y el descubierto del encierro que supone la casa, la pareja o las formas de organizar y contener una vida. Es un postulado filosófico sobre la imposibilidad de estar a salvo, ya que cuando construimos los lugares para protegernos también construimos sus inclemencias y variaciones.
La obra aborda lo imposible, se detiene en el umbral del afuera y del adentro, y anida en la intemperie de la incertidumbre. La acción repetida de abrir o cerrar la puerta es la certeza de que no podemos huir ¿de lo que nos transforma? ¿Nos duele? ¿Nos determina?
El material se inicia con dos personajes que ingresan desde el exterior en una danza que es también una pelea, una lucha que se aplaca para habitar un espacio que se vuelve hostil. La tensión es consecuente y constitutiva de cada elemento de la obra.
El registro actoral es principalmente físico. Sin embargo, se opone a la materialidad concreta del cuerpo la generalidad y universalidad de los personajes que se niegan a ser personajes para volverse incertidumbre: ¿son personas? ¿Seres bípedos sin plumas? ¿Humanos? No, humanos no, porque no hay espacio para lo particular ni lo cotidiano. Lo cotidiano está extrañado, desautomatizado. Sólo hacia al final, cuando el afuera vuelve a ingresar y habita torpe y desbordado el adentro, aparece lo humano.
La composición espacial es casi cinematográfica. El interior de una casa de dos plantas invita al espectador a observar sus recovecos habitados a través de las luces que se encienden, la música que sale del baño, los electrodomésticos que suenan. A medida que los seres se deshumanizan, la casa se vuelve más vital y sus ruidos son sonidos superpuestos a las voces inaudibles.
La obra pareciera construirse desde la negación, una negación que, por momentos, nos expulsa. Nos coloca al borde del juego mental, nos aparta de lo que está frente a nuestros ojos para perdernos en las reflexiones que implícita o explícitamente atraviesan el material. Nos volvemos humanos cuando nos enfrentamos a la intemperie de un estado natural, nos volvemos cosas cuando nos enfrentamos a la intemperie de las cosas... nos adaptamos... ¿Y el teatro? Será que es el espacio del fingimiento o, por el contrario, el lugar de la verdad.
El espectador, de a ratos, se pierde en las reflexiones de las preguntas sin respuesta ni salida que se vuelven frascos de vidrio (como los que se guardan en la repisa de la casa). Un aislamiento difícil de superar por la trasparencia del cristal.
La intemperie de las cosas puede verse en el teatro de El perro (Bonpland al 800) el domingo 26 de noviembre a las 20:30.
Autoría: Belén Coluccio, Andi García Strauss.
Intérpretes: Belén Coluccio, Andi García Strauss.
Vestuario: Endi Ruiz.
Iluminación: David Seiras.
Realización de vestuario: Emiliana De Cristofaro.
Grabación De Sonido: Pablo Berardi.
Sonido: Andi García Strauss.
Operación de luces: Laura Saban.
Operación de sonido: Tatiana Frean.
Fotografía: Kenny Lemes.
Diseño gráfico: Leandro Ibarra.
Asesoramiento dramatúrgico: Eric Barenboim.
Asistencia general: Anahí Villar.
Colaboración artística: Carolina Angriman.
Dirección: Belén Coluccio, Andi García Strauss, Matías Miranda.