Chocolatines, recuerdos y anécdotas de un teatrero, de Lauro Campos (Literatura-Entrevista)


Ediciones Deldragón llega con un nuevo título en el que Lauro Campos comparte sus “Chocolatines”, íntimos, graciosos y entrañables recuerdos que invitan a los lectores a saborearlos junto a él. 

Desde anécdotas junto a actores que marcaron la escena rioplatense –como China Zorrilla- hasta el relato de su crecimiento y desarrollo como actor, director y dramatugo, cada pieza corta nos deja entrar en las memorias de este teatrero rosarino con 150 obras escritas.

Revista Lucarna charló con Campos (quien en realidad se llama Luciano José Ramón Corvalán –nombre que a pedido familiar mantuvo fuera de su quehacer cultural-) para conocerlo más a fondo. Hacelo con nosotros en la entrevista que sigue: 

Revista Lucarna: ¿Qué  te decidió a escribir este libro lleno de recuerdos?
Lauro Campos: Todo el tiempo he molestado a mis amigos y a mis amigas contando mis anécdotas de teatro. Todo el tiempo desde que me acuerdo. Un amigo que ya partió, actor, Mario Rodríguez, me decía siempre: “Tenés que escribir eso en un libro”. Yo nunca quise hacerlo porque creí que mis anécdotas y mis recuerdos solo valían en la transmisión oral. 

En  2014 me invitaron a dar una charla en un lugar súper-paquete sobre estas anécdotas. Pensé que estaban locos. No lo estaban. Primero me miraron con distancia. Terminaron muriendo de risa. Nora Nicotera entonces, enterada de esto, me ofreció en Radio Rosario Clásica un espacio para contarlas semanalmente. El espacio se llamó Chocolatines y fue un suceso. Entonces me decidí al libro. 

Dice Campos sobre Chocolatines: "Creo que es un libro sin pretensión literaria, pero muy muy divertido".

RL: Te desempeñaste como actor, dramaturgo y director. ¿Creés que estos tres roles juntos enriquecen el quehacer teatral o, de alguna manera, pueden entorpecerlo?
LC: Los tres roles se enriquecieron mutuamente. Y no les tengo ningún respeto. Cuando soy actor, obedezco al director y trato de analizar en profundidad el texto. Cuando soy director de mis comedias, las modifico como si fueran del peor autor. Cuando tengo que dar un texto, lo doy con alegría y me desprendo de él esperando que el director y el elenco me sorprendan con un perfil que a mí no se me ocurrió. 

Griselda Gambaro solía decir que cuando uno entrega un texto siempre ocurre un malentendido. El director trata de agradar al autor y todo se complica. Porque lo que espera un autor seguro de sí mismo es la otra mirada. Eso es el teatro. La esencia del teatro.

RL: Tu carrera se desarrolló en la ciudad de Rosario, ¿cómo fue esto?
LC: Yo me quedé y me quedo en Rosario por elección. Con mi mujer nos casamos y soñamos con irnos a Nueva York. Y se anunció nuestra hija. Soñamos con irnos a Buenos Aires y apareció mi función judicial que adoré y a la que entregué mi vocación de servicio. Todo estuvo bien. Nuestra hija creció con abuelos y amigos en una ciudad que no padecía entonces ninguna inseguridad. También mi hijo. Yo pude vivir dignamente y dar rienda suelta a mi vocación por el encuentro, como la llama mi amigo Fernando Miguens. Sí, todo estuvo bien. Ahora ni sueño con moverme de Rosario. 

Publico en Buenos Aires, me interpretan en todo el país. Estoy preparando una producción como actor sobre un texto mío que cuenta Titus Andrónicus de Shakespeare bajo dirección de Quico Saggini. Seguramente la haremos por todo el país y en el exterior. Pero, ¿vivir? Vivir en Rosario.

RL: ¿Cuál fue la mayor dificultad de trabajar en el campo artístico dentro de Rosario?
LC: La actual dificultad de trabajar aquí es la poca cantidad de salas y espacios escénicos no tradicionales que hay. La Comedia es municipal y te tienen que convocar. Las salas comerciales son casi inalcanzables. Y luego habrá media docena de salas independientes. Son pocos los lugares. Y, en general, son muy requeridos y es difícil encontrar espacios. Yo, que ya tuve una salita que tuve que cerrar en 2002 por la crisis, estoy un poco grande para hacer de nuevo la patriada.

"Argentina es un país culturalmente rico, inquieto, maravilloso. Hay mucho teatro -aunque alguno no se ve-, hay muchos libros publicados -aunque muchos no se compran-, pero bueno, son épocas".

RL: ¿Qué dramaturgos nacionales creés que no hay que dejar de leer/seguir?
LC: Nunca hay que dejar de leer los clásicos argentinos. Gregorio de Laferrere aun tiene escritas las mejores comedias. Sánchez, rioplatense, tiene los mejores dramas. Pero sin duda los teatreros no deben dejar de leer a Armando Discépolo. Y más precisamente, su Stéfano. Es la esencia del teatro nacional. Hay muchos más, no quiero ser injusto. De Fillipis Novoa, Vaccarezza y los nuevos, claro. Los hay excelentes: Patricia Suárez, Talesnik, Jacobo Langsner (también uruguayo, pero argentino al fin), Ricardo Monti, Nelly Fernández Tiscornia (maravillosa), Abel Santa Cruz, otro clásico en comedias. Y recomiendo especialmente un autor que en general escribe para mujeres, excelente, que se llama Lauro Campos, rosarino él.

RL: ¿Tenés algún proyecto en estos momentos?
LC: Les contaba antes de Lauro cuanta a Andrónico sobre la pieza de Shakespeare que estoy preparando. También suavemente estamos ensayando Hasta hace daño mirarla, un monólogo que hará Evangelina Bruno y que es sobre Ada Falcón, de mi autoría. Y dos comedias que inauguran una estructura diferente. Una epistolar Ella entre nosotros, que haremos este año, y la otra también donde el relato invade la estructura dramática, Mensaje, que le ha de seguir. 

Siempre estoy tratando de buscar estructuras nuevas, construcciones nuevas. Será porque durante muchos años he hecho -y sigo haciendo- teatro tradicional.

Un poco más sobre Lauro Campos

Nacido Luciano José Ramón Corvalán en Rosario, Santa Fe, el 23 de abril de 1943. Abogado dedicado a la función judicial y jubilado en la misma, fue durante toda su vida actor y director teatral en el teatro independiente de su ciudad, y escribió teatro, radio, televisión y narrativa. Impostores en Nueva York (Historias en Manhattan), (Ediciones Deldragón, 2011) y numerosas publicaciones de sus obras premiadas en las colecciones del Instituto Nacional del Teatro, como Circe o el banquete y El servidor, o en las concretadas por Argentores: El camino del elefante y textos de Solomonólogos y La cocina de los dramaturgos, amén de la edición de su reconocida Despertar en Granada (2000, Universidad de Veracruz, México), son algunos de sus textos teatrales publicados. 

Estrenó más de cien piezas de las ciento cincuenta que tiene escritas. En el género narrativa publicó Detrás de un vidrio oscuro (1992), Sábanas de seda y Salvar al inocente, relatos, (Editorial de la Universidad Nacional de Rosario, 2003 y 2004). Ediciones Deldragón publicó, además del libro de teatro mencionado, Pobre mundito perturbado (no solo cuentos) en 2010, Sangre, coral y una mejilla de sal, novela, en 2013, los relatos contenidos en Shoá. El sentido de la vida, en 2014, y Vampiraje. Crónica de una contaminación anunciada, en el mismo año. En el rubro radio, recibió el Galardón Susini, por trayectoria en 2003 de parte del Consejo Profesional de Radio de Argentores, y en 2014, el Premio Argentores por su radio comedia Crack, en el rubro radio novela en capítulos.

Detalle de Chocolatines
Título: Chocolatines, recuerdos y anécdotas de un teatrero.
Autor: Lauro Campos.
Buenos Aires, Deldragón, 2015.
ISBN: 9789871884469. 
Páginas: 192. 
Precio: $ 249.