Por Ariana Perez Artaso.
Tomás vuelve a su casa después de una larga noche como sereno en una fábrica. Pedalea a toda prisa en su bicicleta –rosa, claro que sí- para llegar a tiempo y ver la imagen que cada mañana lo renueva: sus dos pequeñas hijas durmiendo, minutos antes de que su día comience y el suyo, finalmente, termine.
Pero algo al entrar en su casa no anda bien: un regadero de juguetes impide su habitual paso e irrita al cansado Tomás. Molesto, se dispone a la recolección de los habituales compañeros de sus hijas: un oso, una muñeca, un pilón de figuritas, etc., etc. En su tarea, casi sin darse cuenta, se distrae y comienza a adivinar a cuál de las nenas pertenece cada objeto, a imaginar qué aventuras protagonizó cada uno y a desentrañar las propuestas lúdicas pensadas por Fernanda, su esposa.
De esta manera, no sólo ordena, sino que también reconstruye las horas en las que no estuvo en casa, formando parte de ellas a partir de tocar y oler cada juguete.
Conocé otros libros de Pequeño editor:
Una casa bien abierta, de Carlos Pessoa Rosa y Claudia Legnazzi
Donde la ciudad termina, de Ruth Kaufman y Daniel Roldán
Fiesta de disfraces, de Inés Trigub
Prohibido ordenar nos da una pista para sobrellevar mejor el caos en el que a veces se convierte el día a día. Y es que, si el humor nos salva, definitivamente la ternura también lo hace. Darnos un minuto o dos (¿por qué no tres?) por jornada para frenar y mirar, acariciar y olfatear aquello que queremos y que nos conecta con los demás puede ser una buena idea para crearnos un nuevo orden; uno más plácido y dulce.
El libro cuenta con ilustraciones realizadas en tinta y acuarelas, y forma parte de Incluso los grandes, una colección de Pequeño editor dedicada a niños de ocho años en adelante, jóvenes y adultos.
Detalle
Texto: Mario Méndez.
Ilustración: Mariano Díaz Prieto.
Editorial. Pequeño editor.
Precio de venta: 99,00 Pesos.
Páginas: 32, a color | 20 x 21 cm.
ISBN: 978-987-1374-52-6.