Invitación a una ceremonia informal al aire libre, de Guillermo Romero von Zeschau (Poesía + fotos)

Te propongo juntar nuestros fondos
en un cielo bancario que repiquetea suavemente
a nuestras espaldas, como una pícara cría humana
que podemos dar de comer pero ya nunca más castigar 
por las travesuras que se propone
hacernos hacer y llegaremos al bosque
donde hallaremos a nuestros amigos encantados y sin hambre,
pero alegres de vernos llegar sin un líder determinado,
porque total no es su plan quedarse 
para fabricar ruedas artesanales.
  ¿Lo podés ver?
El fuego aparecerá con un esfuerzo invisible, se quemará
¡y la ropa de la noche será tan liviana! ¡Ay, los rostros
humearán al contacto con la poca luz que nos rodea!
En ese lugar los prófugos se mirarán al espejo
y el desenlace será una doble posibilidad de reírse,
cuidando de no perder ninguna porción de intestino.


Si está la posibilidad de que el espectáculo sea directo, habrá público,
el suficiente para estropear un claro. Pero nos deslizaremos hacia otro,
buscando tierras más apropiadas, donde la gente local quizás nos contrate,
donde buscaremos en algunos años nuestros nombres, aleteando
entre los finos expedientes del granero. Nuestros amigos posarán
sabiendo que nos hemos ido, aunque siempre lo saben,
así como también piensan que estamos demasiado cerca
cuando no limitamos bien la sombra de nuestras propias crías.
Sí, sé bien cómo lo harían. No daré la explicación oficial.
Quizás buscarán las líneas del destino en la mano del científico
para regar sus propios tubérculos. Hay que excarvar también
un poco más profundo, por favor. Hay muchos géneros bajo tierra, ya lo sé,
los científicos y todos nosotros lo sabemos. Los seres verdes, en apariencia,
se alejan de la madriguera y abandonan la vista periférica del bosque
cuando necesitan salir a reafirmar concientemente que los árboles no están
perdiendo la carga que tenían el mes pasado. ¿Puede... remisión espontánea?
Naturalmente, se los palpa en zonas comprometidas,
se los recarga solo si lo merecen, no como nosotros,
nosotros lo merecemos siempre. Ah, sí, contenidos abiertos y públicos,
con la ambigüedad de la información nutricional que dan los cereales
que viven en el medio del campo. Allí nadie intenta cerrar el paquete
  una vez que ya se abrió, por eso mismo
al final de la temporada, si fue buena, podemos simular que nos sobran
y somos libres y guiñamos los ojos para todas partes
y nos arrancamos con los dientes los guantes blancos
para descubrir en nuestro interior los más terrosos y sensuales
hidratos de carbono.

Perdon, tomá un poco. ¿Está bueno?
No lo vas a ver si él no te ve: el flujo energético
es perfectamente ciego, solo puede usar el equivalente a una boca
para espiar sus propios juicios. Una piscina olímpica,
en la que es posible sumergirse con el fin de mejorar
tus propiedades organolépticas. Cerrá los ojos, mirá esos cuerpos.
  Ahora te sigo contando.
Ah, ¿no dije que estaremos en una posada eternamente sedentaria
de la que no se puede volver? Sí, tendrán que indemnizarnos o financiarnos
las vacaciones. Para entonces nos habremos acostumbrado a dormir entre semana
en un rincón de la sala. El techo no nos faltará, nos seguirá durante el día
y durante la noche. Las estrellas brillarán como tímidos bisturíes,
produciendo rostros que nivelarán horriblemente la llanura.
¿Y qué si nuestra llanura no fue un hermoso bosque incendiado?
Bueno, tu cabello y el mío desarrollan sus potencialidades libremente,
llegan hasta el fondo rocoso donde se hallan los elementos esenciales,
esparcidos tercamente en la cuadrícula craneal. Todo esto,
sin juntarse así nomás, tiene que valer algo, aunque la descripción
del producto no se aproveche tanto como podrías esperar.


En voz alta: respetemos la adivinanza silenciosa de la naturaleza: no existe
todavía una única manera ilegal de conseguirlo, y sin embargo está a la vuelta
de la esquina, o a la vuelta de la vuelta de la esquina. ¿Un riñón
humano se interpone entre nosotros y ella? La respuesta correcta
está más o menos en el medio de las evacuaciones regulares.
No hay vuelta atrás cuando ves un taladro descender al centro de la tierra
aunque podés arrepentirte dentro de ciertas normas, pero no hay vuelta atrás,
porque todo es más hermoso, más formal cuando no lo comparás con nada
que sea un manantial de emergencias. Nosotros, en nuestro terreno,
tenemos un espacio para vegetar como Dios manda, ergo la invitación.

Pero quizás lo mejor que podemos hacer, y quizás lo más conveniente,
es animarnos a tragar, o al menos probar discretamente,
la luz blanca y las proteínas de contornos borrosos
donde crecen las manos de empleados de tesorería
o los dueños del tesoro. Averiguaremos algo relativo
a las superficies vírgenes en alguna parte,
nos interesaremos por las costumbres más abdominales y remotas.
Pero muy cerca de nosotros orbitará la biomasa de un cometa,
atraído por nuestra honesta gravedad para pedirle servicios,
dejándonos a su paso, como una seria promesa,
una inigualable estela de hielo y polvo.

Un poco sobre Guillermo Romero von Zeschau
Nació en Empedrado, en la provincia de Corrientes. Tiene escritas cuatro obras de poesía: Portátil (2010, publicada en 2013 por Alción), Circunvoluciones (2010), Hielo tendido (2011) y Mascotas y vegetales (2012). Ha traducido además numerosas obras del alemán y del inglés de autores como Novalis, Heinrich Heine, Gottfried Benn (actualmente en imprenta), Hart Crane, Frank O'Hara, John Ashbery, Ezra Pound, Louis Zukofsky, W.H. Auden y Alfred Lord Tennyson. Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

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