©Edipo Ezeiza. |
Por Flor Lindemboin.
Entrar al Camarín. Respirar las ansias de ver algo que nos trascienda. Leer las palabras “Edipo” y “Ezeiza” y asumir que algo grande e importante va a pasar.
Quien frecuenta la cartelera porteña, seguramente sabe que la sala de la calle Mario Bravo se ha convertido con el correr de estos últimos años (tal vez sin proponérselo) en referente del teatro “off”. El Camarín de las musas es ese lugar deseado y buscado tanto por elencos como por espectadores a la hora de pretender calidad y algo que conmueva, sorprenda y que sacuda.
Quien por el contrario no recorre tan asiduamente esos espacios, quien pasa inadvertidamente por allí; quien vio luz, vio gente, vio ganas y ansias de arte, y entró… se encuentra con la fiesta del teatro. Con esa zona de teatro vivo, de riesgo, de correrse un poco por fuera del perímetro de lo conocido. Y descubre el goce.
Esta pieza del gran Pompeyo Audivert cumple con creces esa premisa. Actor, autor, director y docente, Pompeyo explora nuevamente en las grietas del propio ser, de la historia que nos recubre aquello que damos en llamar nuestro ser nacional, y en la metáfora constante entre la tragedia de Sófocles y la masacre de 1973. Como en un truco de magia imperceptible y veraz hace relucir con contundencia actuaciones brillantes que juegan el más delicioso juego del teatro.
Que te cuenten un cuento
Porque al final siempre se trata de eso. Sentarse y dejarse engañar. Acordar que por un rato unos harán creer a otros que las historias y relatos son ciertos. Y los otros harán creer a esos unos que sí, que los creemos. Y todos accedemos al festín de lo más esencial y misterioso de la maravilla teatral. Que te cuenten un cuento.
La obra
La narración no es lineal, pero se transita con placer. La lógica es mutante y a la vez simple y cercana. Pareciera que el secreto para disfrutar de lleno de Edipo en Ezeiza es no hacer el esfuerzo permanente de encontrar a cada paso la lógica y la coherencia, de hallar un paralelo entre los dos mundos planteados desde el título. Cada detalle está puesto allí con un sentido, pero eso vendrá después. Decantará en el cuerpo, en la mente, en el tiempo. Son tantos los estímulos, guiños y referencias… (“¿nuestra dirección, mamá?” pregunta el hijo. “Felipe Vallese 1962” sentencia la madre. Barrio de Caballito, o referencia directa a uno de los primeros desaparecidos –obrero y militante- de la historia contemporánea). Y así de seguido.
Una madre que se vuelve padre, un país que se figura bandera fecunda, una familia asediada por la traición y la sospecha; la penumbra y la muerte al acecho. Y en palabras del autor, ya no es posible afirmar una causa común.
Lejos de cerrar un sentido o de brindar respuestas, la obra plantea interrogantes vivos, preguntas que resuenan y quedarán recorriendo los cuerpos expectantes, para dirimir en el café posterior.
Feroces y voraces, las actuaciones de Julieta Carrera, Hugo Cardozo y Francisco González Bertín se vuelven imprescindibles e inseparables del mundo que se desenvuelve ante nuestros ojos. Nos permiten entrar como en un cuento brutal a las miserias y contradicciones humanas, como espiando preguntas, olvidando por un momento que bien caben dentro nuestro las respuestas.
La magia del teatro se impone en el Camarín. El ritual transcurre y revive una vez más en nuestras propias narices. Nosotros, sencillamente, nos sentamos a disfrutar. Y al levantarnos de la silla, volvemos al mundo. No sabemos bien a cuál, porque algo ha sucedido dentro nuestro. Ya no somos los mismos, algo trascendió… es el teatro que nos susurra al oído que sigue vivo.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Pompeyo Audivert.
Actúan: Hugo Cardozo, Julieta Carrera, Francisco Gonzalez Bertín.
Escenografía: Ana Audivert.
Diseño de luces: Pompeyo Audivert, Hugo Cardozo.
Edición de sonido: Florencia González Rogani.
Fotografía: Paula Sánchez.
Diseño gráfico: Matías Bassi.
Asistencia técnica: Diego Bollero, Mara Campanini, Lorena Salvaggio.
Asistencia de dirección: Paula Sánchez.
Prensa: Ezequiel Hara Duck.
Dirección: Pompeyo Audivert.
Mario Bravo 960. Capital Federal.
Teléfonos: 4862-0655.
Entrada: $ 120,00 / $ 70,00.
Sábados - 23:00.