Hay que apagar el fuego, de Carlos Gorostiza (Teatro)


Por Victoria Cestau.

El público aplaudió a rabiar, la sala estaba llena, los actores se mostraban contentos y conformes, y entonces, la pregunta acerca de las distintas experiencias de recepción de una misma obra, se volvió inevitable.

Hace unos años la técnica del clown se puso de moda y de diferentes maestros o escuelas recibimos varias visiones y variantes del algo que llamamos “ser clown”. En este crisol de narices rojas, hay quienes apuestan más a la risa, otros a la reflexión, hay quienes prefieren hacer hincapié en la comedia física de los clásicos payasos, otros hablan del estado y sentimientos de los clowns. 


Yo lo que sé es: cuando un verdadero payaso habita la escena es difícil no enamorarse de su mirada verdadera… y es que el clown al romper con la cuarta pared, nos involucra en su hazaña, empatizamos, lo queremos de alguna extraña forma. 

Pero ¿qué sucede cuando eso no pasa? Ese es el momento en el que las preguntas y las dudas complican la experiencia teatral: ¿todos los textos pueden lograr una transposición al género del clown? Yo creo que sí, porque el clown habla de temas universales, entonces, todos los temas le competen. Sin embargo el gran desafío es la forma, y es allí donde Hay que apagar el fuego creo, toma un camino que no logra representar lo “clownesco”. La comicidad y el absurdo son unas de las tantas características que el género propone, pero no son suficientes.

Las obras de clown depositan mucho en el trabajo actoral, lo cual las hace realmente inquietantes y exigentes, pero también dejan al descubierto debilidades. Querer hacer reír, no es lo mismo que  reírse en consecuencia de “acto payasesco”, o peor aún reírse del actor o festejarle “los chistes”, como sucede en esta obra.


A pesar de todo, la obra se destaca por la actuación de Jorge Seleme, que si bien no se luce como en Los Albertos, donde es magnífico el despliegue creativo y físico de estos dos comediantes, se deja entrever por momentos su gran poder de trasmisión y excelente manejo de la máscara. 

Claramente la experiencia teatral vuelve a poner en el tapete la vieja discusión de que podemos ver un gran actor en una obra que no lo es. Lo cual, me lleva a pensar en la figura del actor como parte fundamental del fenómeno teatral, y también, a repensar su lugar, que aún debemos aprender a mirar, ya que desde la crítica no se ha formado una sólida mirada al actor como sujeto de estudio. 

Entonces al final de los aplausos, me doy cuenta que quiero rescatar lo que siempre le dio sentido al teatro y lo que hace al clown, el actor que lo compone, el actor que se deja atravesar por la libertad de ser lo que socialmente no podemos ser: un payaso.


Guardia Vieja 3556
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 48675185
Entrada: $ 80,00 / $ 60,00 - Domingo - 18:00 hs 
Duración: 60 minutos

Ficha técnico artística:

Autoría: Carlos Gorostiza
Actúan: Juan Pablo Galimberti, Jorge Seleme, Luciana Vieyra
Músicos: Ignacio Gabbanelli, Lautaro Rodriguez Alvarez
Vestuario: Agustina Filipini
Escenografía: Agustina Filipini
Diseño de luces: Verónica Alcoba, Fernando Chacoma
Música original: Ignacio Gabbanelli, Hernan Maximov, Lautaro Rodriguez Alvarez
Entrenamiento corporal: Violeta Zuvialde
Asistencia de dirección: Franco Moix
Coreografía: Violeta Zuvialde
Dirección: Mariana Giovine