El diario de Yoko, de Jimena Repetto (Literatura)

Foto: William Spencer/Creative Commons

La vida según Yoko


Mirar el cielo estrellado. Un rato largo, con detenimiento. Jugar con moscas. Devorar libros. Nunca desperdiciar una oportunidad para revolver en la basura. Disfrutar cada hueso. Salir a pasear. Correr en círculos y abarcar todo el ancho de la plaza. Odiar la correa, la ropa para perros y no poder subir a la cama. Superar los miedos y saltar el perímetro que divide el asfalto del arenero. Rascarse. Ladrarle al ascensor. Lengüetear a quienes te acarician. Buscar las cosas que se van lejos. En invierno, descansar abajo de la estufa. En verano, a la sombra del lavadero. Aprovechar cada tarde para hacer amigos. Mover la cola. Guardar las milanesas robadas atrás del mueble del comedor. Hacer pozos en la tierra. Chapotear en los charcos de lluvia. Llorar en las veterinarias. Escapar de los baños con shampoo. Dormir, si se puede, al sol.

***

El encargado del edificio atestigua en los pasillos que la culpa fue mía por dejarla salir. Mi mamá dice que tal vez tenía otitis y perdió el equilibrio. Mi papá lo siente mucho. Mi hermano pregunta si puede pasar a verme y mi hermana culpa a las condiciones de vida urbana. Pablo me promete que vamos a tener otra perra. A Luján se le cerró el pecho cuando se enteró. El cajero chino del supermercado de enfrente no dice nada. Simba maúlla cuando tiene hambre. Meli y Lichi me aseguran que no es justo. Silvia se quiere poner a llorar. Max me quiere ver sonreír. Carlos nos explica que deberíamos haber puesto una protección metálica porque los perros las plásticas se las comen. Mis profesores no dicen nada. Mis alumnos preguntan cuándo les voy a devolver los exámenes corregidos. Tuni no lo puede creer. Ari necesita saber si estoy bien. Clara siente que así son las casualidades. Magda me manda un beso. Celes quiere volver a ensayar. Lili me invita a tomar un café. Los perros de la cuadra ladran. Peto me sugiere ir a una vidente y Santi que me amigue con la realidad. La psicóloga que acabo de conocer sostiene que me cuesta lidiar con las pérdidas. Y pasan los días. Los días solían ser silenciosos. Los autos tocan bocina porque la gente quiere ganar tiempo. Los pájaros pían sentados en los cables que atraviesan las calles. La pava silba cuando el agua hierve. Mi editora me escribe para que le mande la nota de la semana. Personal me intima a que pague la deuda del teléfono que ya pagamos. La secretaria de la hematóloga me confirma el turno del viernes. Mi tía Flor piensa que es ridículo que quiera hacer un exorcismo en el balcón. Maru sabe que todos alguna vez perdemos un perro. Marilyn pregunta cómo puede ser que pasen las cosas que pasan. Pablo me sugiere que escriba y me abraza. Coldplay dice que nadie dijo que era fácil. Mi abuelo me acaricia la cabeza desde algún lado. Y vos y yo ya no salimos a pasear por la vereda. Y todo el silencio está lleno de ruido. Como cuando queda esa lluvia de puntos en un televisor antes de apagarse.


El Diario de Yoko podrá conseguirse próximamente en la Exposición de la actual narrativa rioplatense.

Leé más sobre el segundo libro a editarse de Jimena Repetto acá.