Por Ariana Perez Artaso.
Si elegimos volver, una y otra vez, al teatro; si accedemos a sumergirnos en miles de mundos aludidos imposibles de materializar en escena y vemos lo que no se ve más que con las ganas y el ensueño, seguramente tenga que ver con el puro placer que da formar parte de ese ritual teatrero que activa en nosotros mecanismos sensoriales y emotivos que en el día a día tienden a estar dormidos. Estos efectos los conocemos de antemano, sabemos qué es lo que nos puede pasar durante una función, porque aprendimos las reglas del espectáculo y podemos diferenciarlas de las que rigen en otros lenguajes con los que también se nos cuentan historias.
Pero, ¿qué pasa si se intenta llevar una película al escenario? ¿Y si, redoblado la apuesta, aquélla se basa en un libro? ¿Es posible una fusión así de recargada? La compañía chilena TeatroCinema se propuso averiguarlo, inaugurando un nuevo código –al menos en la mezcla- con su Trilogía, estrenada en 2007 con la obra Sin sangre, que acaba de hacer base en Buenos Aires el pasado seis de diciembre.
“(…) Sin Sangre indaga en la tragedia, en el lado oscuro del ser humano y sus componentes esenciales: el dolor, la violencia, el desgarro, el abandono, la venganza. Un recorrido a la vez demoledor y regenerador, que se inicia en la ausencia de esperanzas y culmina en el florecimiento de la compasión salvadora”, puede leerse en la página de la compañía.
La pieza, inspirada en el libro homónimo de Alessandro Baricco y dirigida por Juan Carlos Zagal, genera la extrañeza inicial que tienden a causar las misceláneas: “¿qué estoy viendo?” es la pregunta que más de uno se habrá hecho durante los primeros minutos frente a esa maquinaria monumental que hace de lo develado algo diferente a lo esperado.
Es que el artilugio logrado por TeatroCinema es excepcional: por medio de dos pantallas –una por detrás y otra por delante de los actores- pone en 3D las acciones narradas, transformándolas en planos y contraplanos que desencajan en el contexto. Gracias a su milimétrica parafernalia, la narración toma por momentos la forma del paneo o del cenital, en perfecta coordinación con los actores, quienes saben con fina exactitud dónde colocarse para que su imagen de carne y hueso se continúe en la proyectada, intrigando a la mirada del espectador, que no sale de su asombro.
Pero allí radica la trampa. Cuando se advierte que lo que se está viendo es el acontecer de una película en vivo; cuando las luces, la música y las pantallas maravillaron lo suficiente, asoma otra vez -y sin remedio- el deseo del juego y el reclamo del que necesita ser activo en la contienda; del que elige, como decíamos más arriba, ir al teatro en lugar de entrar a un cine o quedarse en casa leyendo un libro.
Con todo, la experiencia resulta excitante, al menos al principio. El efecto visual creado por TeatroCinema no tiene mayores puntos de comparación, más que el del cine mismo, y esto para algunos puede que resulte poco o demasiado, según el caso.
Para los que se quedaron con ganas de ver el brioso y efectivo trabajo de la compañía chilena, tiene tiempo todavía, aunque no mucho. Trilogía se presentará el 10 (¡hoy!) y el 11 de este mes con la segunda obra que la compone, El hombre que daba de beber a las mariposas, en la que sus personajes transitan “por las zonas luminosas de nuestra condición humana en busca de los vestigios de un concepto tan difuso como vital: el amor”; mientras que el 12 y 13 será el turno de Historia de amor, que aborda el “potencial humano, su fortaleza emprendedora, la epopeya de la inteligencia encendida por la pasión por la vida y el descubrimiento”.
Es una buena opción para ver qué es lo que se está produciendo en otros países y conocer sorprendentes avances tecnólogos aplicados sobre las tablas a un punto extremo.
Dónde: Teatro Alvear, Avenida Corrientes 1530.
Cuánto: Platea y palcos bajos, 90 pesos; platea alta y palco balcón, 70 pesos; Tertulia, 40 pesos.
Ficha técnico artística
Elenco: Laura Pizarro, Juan Carlos Zagal, José Manuel Aguirre, Julián Marras y Bernardita Montero.
Dirección general de la Trilogía: Juan Carlos Zagal.
Un poco más sobre Teatro cinema
Es un colectivo teatral fundado en 2005 por Juan Carlos Zagal y Laura Pizarro que busca experimentar la fusión de los lenguajes del cine, el teatro y el cómic. Con Sin sangre, su primera pieza e inicio de la Trilogía, la compañía profundizó en la fusión de los lenguajes teatrales y cinematográficos e innovó en materia tecnológica. Con el último montaje, Historia de amor, sumó a su exploración visual y narrativa la estética del cómic en dos dimensiones.
El lenguaje de esta compañía se caracteriza por utilizar fondos y composiciones digitales, filmaciones y animaciones en 2 y 3D que se mezclan con los elementos tradicionales de la puesta en escena: escenografía, utilerías, iluminación, sonido y música. Toda esta amalgama de elementos fusionados busca conectar al espectador con la poesía de la imagen. Y también genera una confusión de las técnicas y formas narrativas del teatro y del cine. Con el motor de la fuerza dramática desplegada en escena, con los actores y actrices en vivo y la incorporación de la tecnología aplicada, los espectadores podrán viajar en el tiempo y el espacio de modo instantáneo.