El mal que aqueja, de Luciano Borges (Teatro)



 Por Celina Ballón.

El tren se mueve poniendo a prueba cada una de las vértebras de su columna, pero la Actriz se las ingenia para hablar a pesar de eso – y también del ruido. Podrían seguir andando infinitamente porque en esa tierra parece haberse borrado la línea del horizonte, pero en algún momento hay que detenerse. La necesidad manda. Es el Director quien da la voz de alto y poco después formula la pregunta inevitable: ¿adónde estamos? La Actriz responde, con los ojos brillantes: “En el inicio, donde todo es voluntad”. La tierra parece entonces un papel en blanco para escribir a gusto, pero enseguida aparece el capitán de caballería Vicente Dota, que huye de los indios que dispersaron a su tropa y está obsesionado con construir una segunda zanja de Alsina. El Director no lo duda: este es el actor que necesita su circo. Comienza entonces un delirio donde nadie parece ser quien es: el militar se prueba la identidad de un payaso, la Actriz se comporta como una maestra nostálgica de tiempos mejores y el Director – que no tiene un mísero ladrillo – calcula los escalones de su teatro mientras sueña con ver al presidente en el palco. A los tres prófugos los ronda la angustia de lo perdido y la posibilidad de escapar. Después de todo, la tierra es lo único que nunca se acaba.


Lo primero que merece destacarse de El mal que aqueja es su rica intertextualidad. Luciano Borges cita a Sarmiento -su perenne obsesión con el  desierto-  y a Schopenhauer -la vida como tránsito perpetuo hacia sitios provisionales que sólo brindan desilusión-, pero los interlocutores de la pieza son sin duda muchos más. 

Los hombres de El mal que aqueja no leyeron el Plan de Operaciones, pero llevan el mapa de la Nación escrito en el cuerpo. Saben, en carne propia, lo que Moreno advierte: que los cimientos de una nueva república nunca se han cimentado sino con el rigor y el castigo.

 

La obra es exigente, demanda la completa atención del espectador. Cuando termina algo queda en suspenso en los largos segundos que anteceden al aplauso. Se notan el compromiso de los actores y el cuidado del vestuario, acorde con la época y el carácter de los personajes. Tiene, asimismo, una interesante propuesta sonora, posible gracias a la pericia musical de los intérpretes. Y formula una pregunta que tiene la inteligencia de no responder: ¿cuál es el lugar del teatro en esta historia?

Dónde: El Excéntrico de la 18º. Lerma 420. Teléfono: 4772-6092.
Cuándo: Sábados a las 22:30.
Cuánto: $200/$160.


Ficha técnico-artística
Dramaturgia: Luciano Borges.
Texto: Luciano Borges, Renata Moreno, Tomás Raele, Gonzalo San Millan.   
Actúan: Renata Moreno, Tomás Raele, Gonzalo San Millan.
Peinados: Cecilia Gómez García.
Maquillaje: Cecilia Gómez García.
Diseño de vestuario: Cecilia Gómez García.
Diseño de luces: Iván Nirich.
Realización de vestuario: Cecilia Gómez García.
Música: Luciano Borges, Renata Moreno, Daniel Quintas, Tomás Raele, Gonzalo San Millan.
Entrenamiento corporal: Jazmín Titiunik.
Entrenamiento musical: Daniel Quintas.
Asistencia de dirección: Claudio Bagnato.
Colaboración coreográfica:  Jazmín Titiunik.
Fotografía: Andrés Manrique. 
Dirección: Luciano Borges.