Por María Victoria Taborelli.
Un niño supuestamente mudo y supuestamente varón cuenta la historia de su familia sentado en una silla pegada con chicles fuera de su ventana. Desde allí, con sus binoculares observa al perro que fuma, al enano que vende flores – empresa absurda la de vender flores sin raíces, nos dice - y al tránsito que se tropieza en el viaducto. En la ventana crea un espacio singular que escapa a los 32 metros cuadrados que comparte con resentimiento con sus padres y hermanos. Sólo en el límite con el afuera puede decir lo que dentro de la casa permanece enmudecido, y los únicos que pueden escucharlo son los espectadores.
La ventana del departamento es el marco de visión del niño: él ve pasar a la ciudad y la vida debajo de sus ojos. Del mismo modo, es el marco de la visión del espectador que sólo puede ver y escuchar lo que en ella se recorta. Podemos entrar, desde esa pequeña ventana, a un universo familiar y social enorme que, aunque es extraño y dramático, nos es dibujado con una cotidianidad que al irnos de la sala parecería que no vimos a un solo personaje sino a toda la familia entera. En ese sentido, el texto es brillante, utiliza con inteligencia el recurso teatral por excelencia: contar la parte por el todo.
La ventana del departamento es el marco de visión del niño: él ve pasar a la ciudad y la vida debajo de sus ojos. Del mismo modo, es el marco de la visión del espectador que sólo puede ver y escuchar lo que en ella se recorta. Podemos entrar, desde esa pequeña ventana, a un universo familiar y social enorme que, aunque es extraño y dramático, nos es dibujado con una cotidianidad que al irnos de la sala parecería que no vimos a un solo personaje sino a toda la familia entera. En ese sentido, el texto es brillante, utiliza con inteligencia el recurso teatral por excelencia: contar la parte por el todo.
Perro que fuma/Difusión |
Las imágenes que nos relata este niño-niña son poderosas porque construyen un mundo real, pesado y visible que no está presente más que en la palabra. La palabra se enuncia desde arriba de un edificio, desde donde todo se ve más chiquito como una maqueta en movimiento que nos permite ver a la vez sucesos que estando cerca no podríamos percibir. Mirando desde arriba el niño puede organizar su universo de vuelta, rearmarlo a partir de relaciones nuevas. Elementos contradictorios se unen en su relato para decir algo diferente del mundo que ya conocemos. Así, el perro del vecindario se convierte en el perro que fuma – una vez soñó que el perro fumaba, y lo convirtió para siempre en este personaje-; el niño mudo de nacimiento puede hablar y desplegar un modo de expresión muy particular – “sarna” les dice a todos aquellos que no cumplen con sus expectativas-; y puede ser un niño-niña – además de que el personaje del niño es interpretado por una actriz, el tema de su sexualidad se plantea como una antinomia sin resolver que vuelve posible la dualidad sexual-.
En ese relato aparece también la familia disfuncional, la vemos en el escenario aunque no esté. La madre despreciada por recibir pasivamente los golpes del padre desempleado que se pasea en calzoncillos por el pequeño espacio del departamento- son sólo 32 metros cuadrados, repite preocupado, asfixiado-. La hermana que busca un marido a toda costa y sufre constantemente el desamor, el hermano que sueña con el ascenso social y gasta su sueldo en zapatos caros para trabajar en la fotocopiadora. Pero subir en ese departamento es difícil, el ascensor no anda porque el constructor se fugó con la plata. La obra configura un contexto marginal de clases estancadas donde los de abajo se ven imposibilitados a realizar una escala social. Colgarse de la ventana parece el mejor lugar para ver las cosas desde arriba, tirar los zapatos caros por la ventana, animarse a desear pollo con papas y viajes a Rumania, y sonreír, aunque eso nunca vaya a salir en las fotos familiares.
Perro que Fuma fue escrita en el marco del proyecto final de la Maestría en Dramaturgia del IUNA, coordinada por el dramaturgo y director teatral Alejandro Tantanian durante el año 2011. En el 2013 recibe el segundo premio de la VIII edición del Premio Germán Rozenmacher de nueva dramaturgia.
Ficha técnico artístico
Dramaturgia y dirección: Leo Mendonca
Actúan: Manuela Fernández Vivian
Vestuario y escenografía: Debbie Mc Donald
Diseño de luces: Román Tanoni
Diseño visual: Maniobra
Música original: Alejandro Deluca
En ese relato aparece también la familia disfuncional, la vemos en el escenario aunque no esté. La madre despreciada por recibir pasivamente los golpes del padre desempleado que se pasea en calzoncillos por el pequeño espacio del departamento- son sólo 32 metros cuadrados, repite preocupado, asfixiado-. La hermana que busca un marido a toda costa y sufre constantemente el desamor, el hermano que sueña con el ascenso social y gasta su sueldo en zapatos caros para trabajar en la fotocopiadora. Pero subir en ese departamento es difícil, el ascensor no anda porque el constructor se fugó con la plata. La obra configura un contexto marginal de clases estancadas donde los de abajo se ven imposibilitados a realizar una escala social. Colgarse de la ventana parece el mejor lugar para ver las cosas desde arriba, tirar los zapatos caros por la ventana, animarse a desear pollo con papas y viajes a Rumania, y sonreír, aunque eso nunca vaya a salir en las fotos familiares.
Perro que Fuma fue escrita en el marco del proyecto final de la Maestría en Dramaturgia del IUNA, coordinada por el dramaturgo y director teatral Alejandro Tantanian durante el año 2011. En el 2013 recibe el segundo premio de la VIII edición del Premio Germán Rozenmacher de nueva dramaturgia.
Ficha técnico artístico
Dramaturgia y dirección: Leo Mendonca
Actúan: Manuela Fernández Vivian
Vestuario y escenografía: Debbie Mc Donald
Diseño de luces: Román Tanoni
Diseño visual: Maniobra
Música original: Alejandro Deluca
Fotografía: NACHY
Ilustrador: Georgina Nuñez
Asesoramiento dramatúrgico: Alejandro Tantanian
Prensa: Simkin&Franco
Producción gráfica: Urban Print
Pre-producción: Catalina Villegas
Producción general: Francisco Vásquez
Duración: 50 minutos
Domingos 18.00 en Espacio Polonia (Fitz Roy 1477).
Entrada: 50 pesos.
Ilustrador: Georgina Nuñez
Asesoramiento dramatúrgico: Alejandro Tantanian
Prensa: Simkin&Franco
Producción gráfica: Urban Print
Pre-producción: Catalina Villegas
Producción general: Francisco Vásquez
Duración: 50 minutos
Domingos 18.00 en Espacio Polonia (Fitz Roy 1477).
Entrada: 50 pesos.