Y los niños malcriados de los pueblos costeros
lanzan alaridos de gaviotas porque están secos de vientre.
Y ¿dónde están los padres?
¿dónde están para indicarles lo socialmente reprochable de su conducta?
Los niños malcriados de los pueblos costeros
corretean hasta la madrugada,
riendo y graznando a través de las paredes.
Y ¿dónde están los padres?
¿dónde están para indicarles que en las habitaciones los adultos duermen?
y que los muertos viven del recuerdo de lo que ya no serán.
Los mocosos malcriados de los pueblos costeros
se revuelcan de puro gusto en calles de tierra
mientras patean una pelota desinflada
y se les llenan los mocos de polvo.
A la hora de la siesta
no se esconden de los sueños.
Salen a beber colores,
se emborrachan de la paleta de la playa
y le venden caracoles a los turistas.
Y ¿dónde están los padres?
¿dónde están para decirles que se consigan un trabajo decente?
Ellos y los niños que juegan alrededor de las mesas
llevan las mejillas maquilladas de su propia baba rancia.
Suenan tan adorables que quisiera abrazarlos
y tenerlos a todos por hijos.
Los escucho gritar en el estómago de nuestras habitaciones gemelas,
son este nudo de angustia en mi garganta
y como nunca volveré a verlos
me digo que son fantasmas.
Y tengo trece años y fumo,
desvelado entre el placer y la muerte,
entre el deseo y lo inasible de tu sonrisa
—tan a la mano en avisos publicitarios—.
Y tengo trece años y fumo,
desvelado entre el placer y la muerte,
y yo también,
yo también estoy siempre tirado en la placita
y ya no puedo bajarme de la bicicleta porque la calle está hecha de fuego
y tengo que trepar a la medianera
porque en el pasto no hay más que pirañas
y ya soy casi un gimnasta del sinsentido.
¿En dónde están los padres? forma parte del primer libro de poemas de Federico Llera, La gimnasia del sinsentido (Milena Caserola, 2013).