Por Victoria Cestau.
¿Cómo desarticular todo un sistema? ¿Cómo resignificar nuestras prácticas cotidianas? ¿Renacer? Dejar morir antiguos patrones, tomar conciencia. Un movimiento que al principio incomoda, nos hace sentir extraños, pero -al fin y al cabo- estamos llamados para engendrar el cambio. Un cambio que recorre más de un siglo, un cambio que nace desde donde nació todo: el vientre, un símbolo con varios significados, un espacio donde ahora la Historia debe de ser parida.
Visibilizar ciertas problemáticas sociales ha sido el desafío para algunos artistas. Gracias a su compromiso, hemos podido como sociedad poner en discusión determinados comportamientos, que van desde el uso del lenguaje, hasta la adquisición y naturalización de conductas, visiones y mandatos que ya desde hace un tiempo están oxidando la posibilidad de ser mejores.
Esta obra tiene el compromiso asumido y el aún más grande desafío de todos los tiempos, de hacerlo a través del humor. Creo que han asumido el mejor y el camino más difícil para hacer teatro: interpelar al público más allá de las pequeñas subjetividades: “me gustó”, “no me gustó”. ¿Qué te sucede como persona cuando vas al teatro y delante de tus ojos el grito feminista se hace poesía?
Me siento en la butaca como público y lo primero que me genera es la provocación de ser mujer en este siglo, de ser clown como las compañeras que veo y de sentirme totalmente identificada. De ver en sus reclamos y su arte una parte mía allí, que se proyecta de una forma fantasmagórica, porque viene de antes, de recorridos históricos, de nombres de mujeres que resuenan en la sala y que con sólo pronunciarlas se me eriza la piel. Entonces escribo esta reseña desde la mujer que sueña, quiere y lucha por un mundo mejor.
La obra es una cita obligatoria para todas nosotras y para todos aquellos varones que también quieran la igualdad de derechos que nos corresponde. Vayan a verla, vayan en grupo, discutan después, estamos continuando una lucha que siempre existió, porque siempre hubo desigualdad.
Vientre nos recuerda de dónde venimos. Una canción de cuna. Un llanto, un grito, los primeros pasos, un reclamo que celebramos desde el arte.
Cuándo: Domingo, 20hs.
Dónde: La Carpintería, Jean Jaures 858 – CABA. TEL: 4961-5092.
Cuánto: $250. Jubilados y Estudiantes: $200.
Fícha técnico artística
Dirección Musical: Ian Sifres.
Dirección: Marcos Arano.
Elenco: Victoria Pescara, Marcelo Sapoznik, Rodrigo Frascara, Luna Ventura, Carolina Maldonado, Manuel Oucinde, Luciana Ramos, Paola Sanabria, Manuela Bottale, Rocío Rodríguez Paz, Florencia Catenaccio, Alejandro Jorge Dubal, Viviana Lastiri, Lala Buceviciene.
Músicos: Agustín Vanucci, Bruno Leichman, Eugenia Blanco, Franco López Lameiro, Gina Locatelli, Jazmín Laurenza, Olivia Dalez.
Cantantes: Eugenia Encina, Liliana Isaguirre.
Dramaturgia: Gabriel Graves y Marcos Arano.
Diseño de luces: Alejandro Velazquez.
Escenografía: Marcelo Valiente.
Vestuario: Jazmin Savignac.
Utilería: Ileana Vallejos.
Coreografía: Gabi Goldberg.
Máscaras: Andrea Picón, Nicolás Roura Picón.
Diseño de esqueletos: Paola Sanabria.
Diseño de arte: Romina Salerno.
Prensa: Mas Prensa, Cecilia Dellatorre y Analía Cobas.
Asistencia de Dirección: Julia Pinedo y Carolina Portnoy.
Producción Ejecutiva: Viviana Lastiri.
Co-Producción: Fundación CYC Arte.Industrias Culturales.
Duración: 80 minutos.