Rauch. El Restaurant, de Cecile Caillon, Julieta Carrera, Rosina Fraschina, Marcelo Katz, Fred Raposo (Teatro)

Foto: Irupé Tentorio

Por Victoria Cestau.

El humor se encuentra cada vez más presente en algunos teatros de la ciudad porteña. Este hecho, no deja de ser una buena noticia, ya que la experiencia espectatorial nos exige otro lugar, y sin dudas, el lenguaje del clown nos lleva a involucrarnos durante toda la historia, por momentos tentados de la risa, por otros reflexionando. Cuatro actores de pelucas despampanantes nos llevan a viajar por el sentido trágico y mágico del clown.

Rauch. El Restaurant, reúne a un grupo de los mejores clowns de nuestro teatro y pone de manifiesto que el humor y la comicidad del payaso parodian desde la ingenuidad a los grandes mandatos, que si logramos desnaturalizar, pueden llegar a ser tan absurdos como cualquier ficción.

Foto: Irupé Tentorio

La espera es, nuevamente, un tema que eligen nuestros dramaturgos para llevar a escena. Así como en el clásico Esperando a Godot, este espectáculo gira en torno a la idea de un aguardar algo que nunca va a suceder, mientras tanto los comediantes ponen a jugar su imaginación deconstruyendo su realidad y profundizando sus vínculos. La crítica social que siempre caracterizó al clown, como estética que subvierte la lógica establecida, es otro elemento presente: la pauperización de los trabajadores, el conflicto de clases, los derechos y las obligaciones del patrón y sus empleados, atraviesan la pieza que despliega mucha actualidad desde un mundo extraño al mismo tiempo.

Otro punto que coloca a Rauch como obra exponente de lo clownesco, es el juego de la escenografía que va transformando la puesta en escena y re significando, a partir de lo lúdico, los climas y acompañando o desarticulando los estados de los clowns para potenciar o sorprender en los contrapuntos de las distintas escenas. Las reiteraciones de las acciones físicas, los juegos de roles y estatus, el in crescendo de algunos pasajes hasta explotar en el absurdo más grande, son premisas que toda obra de humor debe aplicar, he aquí el trabajo dramatúrgico y de dirección más difícil que podemos encontrar, ya que en muchas oportunidades se dejan entrever algunos ejercicios de una típica clase de clown puestos en escena. Los tropezones, las cachetadas, los desencuentros, los juegos de palabras, son gags clásicos que realzan la obra y hacen tributo a los maestros más grandes como Chaplin y Keaton.

Foto: Festival Polo Circo

La libertad actoral y creativa que este grupo de creadores pone en marcha es producto no sólo de individualidades talentosísimas, sino que también es fruto del trabajo en equipo que implica concebir una obra desde la creación colectiva y pensarse como grupo. Emerge así la esencia de los payasos y de su legado que descansa sobre la libertad y la autogestión que el actor clown posee. Las actuaciones, la dirección y la dramaturgia, son ese trípode fundamental sobre el cual la obra se encuentra sostenida desde el principio hasta el final, asumiendo una identidad propia.

Recomiendo a Rauch por su humor reflexivo y por dejar entrar la ingenuidad y la ternura como parte vital de quienes nos proponemos cabalgar en la comicidad desde la vulnerabilidad.

Mario Bravo 960
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 4862-0655
Entrada: $ 130,00 - Sábado - 21:00 hs 


Ficha técnico-artística:

Autoría: Caillon, Carrera, Fraschina, Katz, Raposo.
Actúan: Cecile Caillon, Rosina Fraschina, Marcelo Katz, Fred Raposo
Dirección: Juelieta Carrera.
Asistente de dirección y producción: Paula Sánchez.
Composición y dirección musical: Javier Estrin.
Puesta coreográfica: Gabi Goldberg.
Diseño de escenografía: Gabriel Díaz.
Diseño de Vestuario: Laura Molina.
Realización de Vestuario: Daira Gentile.
Diseño de Luces: Lucas Lavalle.
Diseño gráfico: Romina Salerno.
Prensa: Ezequiel Hara Duck.